Personajes / Pier Giorgio Frassati
Breve historia
En su adolescencia cultivó una profunda vida espiritual, se hizo activo miembro de la Acción Católica, el Apostolado de la oración, la Liga Eucarística y la Asociación de jóvenes adoradores universitarios.
Decidió estudiar Ingeniería Industrial Mecánica para trabajar cerca de los operarios pobres e ingresó al Politécnico de Turín donde fundó un círculo de jóvenes que buscaban hacer de Cristo el centro de su amistad.
Llevó una vida austera y destinaba a obras de caridad buena parte del dinero que sus padres le daban para sus gastos personales. Su fuerza estaba en la comunión diaria y la frecuente adoración al Santísimo.
Fue deportista, esquiador y montañista. Escaló los Alpes y el Valle de Aosta. Asimismo, nunca perdió la oportunidad de llevar a sus amigos a la Santa Misa, la lectura de las Sagradas Escrituras y el rezo del Santo Rosario.
Cuando cumplió 24 años de edad le diagnosticaron poliomielitis fulminante, una enfermedad que lo llevó a la muerte en solo una semana.
Partió a la casa del Padre el 4 de julio de 1925 y tuvo un multitudinario funeral entre amigos y personas pobres.
San Juan Pablo II lo beatificó en 1990 y destacó que “él proclama, con su ejemplo, que es ‘santa’ la vida que se conduce con el Espíritu Santo, Espíritu de las Bienaventuranzas, y que solo quien se convierte en ‘hombre de las Bienaventuranzas’ logra comunicar a los hermanos el amor y la paz”.
“Repite que vale verdaderamente la pena sacrificar todo para servir al Señor. Testimonia que la santidad es posible para todos y que solo la revolución de la caridad puede encender en el corazón de los hombres la esperanza de un futuro mejor”.
Liturgia de las Horas
Oficio de lectura
Del Común de santos varones.
Segunda Lectura
De «Notas para un discurso sobre la caridad» del Beato P. G. Frassati
(da Mio fratello Pier Giorgio. La carità, a cura di L. Frassati, ed. S.E.I., Torino 1957, pp. IX-XII)
La base fundamental de nuestra religión es la caridad, sin la cual toda nuestra religión se derrumbaría, porque no seremos verdaderamente católicos hasta que cumplamos, es decir, conformemos toda nuestra vida a los dos mandamientos en los que reside la esencia de la fe católica: en amar a Dios con todas nuestras fuerzas, en amar al prójimo como a nosotros mismos. Y aquí está la demostración explícita de que la fe católica se basa en el verdadero Amor y no -como tantos quisieran, para tranquilizar su conciencia- en la violencia. Con la violencia se siembra el odio y luego se recogen los frutos nefastos de esa siembra; con la caridad se siembra la paz entre los hombres, pero no la paz del mundo, la verdadera paz que sólo la fe de Jesucristo puede darnos acercándonos los unos a los otros. Sé que este camino es escarpado y difícil y lleno de espinas, mientras que el otro parecería a primera vista más hermoso y fácil y más satisfactorio. Pero, si pudiéramos penetrar en el interior de los que siguen desdichada mente los caminos perversos del mundo, veríamos que nunca hay en ellos la serenidad que proviene de quienes han afrontado mil dificultades y renunciado a los placeres materiales para seguir la ley de Dios.
Al acercarnos a los pobres, nos convertimos poco a poco en sus confidentes y consejeros en los momentos más terribles de esta peregrinación terrena, les inculcamos esas palabras de consuelo que nos dicta la fe, y mu chas veces conseguimos, sin mérito propio, que vuelvan al camino recto personas que no por maldad se habían apartado. Ser testigos a diario de la fe con la que muchas veces las familias soportan los dolores más atroces, el sacrificio eterno que hacen, y que todo lo hacen por amor a Dios, nos lleva muchas veces a hacernos esta pregunta: yo, que he tenido tanto de Dios, he permanecido siempre tan negligente, tan malvado, mientras que ellos, que no han sido tan privilegiados como yo, son tan infinita mente mejores que yo. Y así llegamos a tomar la resolución en nuestra conciencia de seguir desde ahora cada vez más el camino de la cruz, el único que conduce a la salvación eterna. Todo sacrificio vuestro será recompensado en el Cielo, porque Jesucristo ha prometido que todo lo que hagamos a los pobres por amor suyo, Él lo considerará hecho como a sí mismo. No le niegues a Jesús este amor, Él que por amor infinito a la humanidad quiso estar en el Sacramento de la Eucaristía, como nuestro consolador y como el Pan del alma.
Responsorio
R. Sed imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, *como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros.
V. No amemos de palabra ni con la lengua, sino con obras y de verdad;
R. Como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros.
Otra:
De las “Cartas” del beato Pier Giorgio Frssati, dominico seglar, a su joven amigo Antonio Villani.
(31 de agosto de 1923. P. G. Frassati, Lettere, ed. L. Frassati, Brescia, 1976, pp. 149-151).
El gozo de pertenecer a la Familia de Santo Domingo y la
decidida voluntad de vivir el carisma
Estoy contentísimo de que quieras formar parte de la gran familia de Santo Domingo, en la que, como dice Dante, “bien se progresa si no se desvía”. Son muy pocas las obligaciones: has de saber que yo no podría pertenecer a una Orden que obligara mucho.
Cuando Santo Domingo fundó la Tercera Orden, la concibió como una milicia para luchar contra los herejes. Entonces se regía por reglas casi tan severas como las de los frailes dominicos; pero ahora se ha modificado, de modo que apenas quedan vestigios de aquellas estrictas obligaciones. Basta con recitar cada día el Oficio Parvo de la Virgen María o el Rosario, y esto sin que te obligue gravemente, de manera que no cometes pecado grave si uno o varios días dejas deliberadamente de recitarlos.
Espero que tu vestición será en el magnífico templo dominicano de Turín, en el que yo estaré cerca de ti para darte el abrazo fraterno. Entonces tú, que ya estas ligado a mí con vínculos de fraternidad por la sangre de nuestro Señor Jesucristo, lo estarás doblemente por tener los dos un mismo Padre: santo Domingo.
Me gustaría mucho que eligieras el nombre de fray Jerónimo, no porque sea el nombre que quise para mí como hijo de santo Domingo, sino porque me recuerda una figura que quiero tanto como tú, y con la que coincido plenamente en los sentimientos contra la corrupción de costumbres: la figura de Jerónimo Savonarola, del que indignamente llevo yo el nombre. Yo soy un ferviente admirador de este fraile. Muerto como un santo en el patíbulo, y he querido, al hacerme terciario dominico, tomarlo como modelo, aunque lamentablemente estoy muy lejos de imitarlo,. Piénsalo y escribirme exponiéndome tu opinión sobre esto.
Te agradezco, en nombre propio y en el de los míos, tus buenas palabras, que en estos momentos nos son tan gratas, especialmente cuando sabemos que no son sólo pensadas con la mente, sino sentidas en tu corazón, tan cercano a mí en estas horas.
Saluda a los tuyos. Y para ti, mil cosas en Cristo Jesús. Fray Jerónimo.
Responsorio
R. El Señor lo ha vestido con un traje de honor. *Y tú puesto sobre su cabeza una corona de gloria.
V. Lo ha alimentado el Señor con el pan de la vida y de la inteligencia y le ha dado a beber el agua de la sabiduría. *Y tú puesto sobre su cabeza una corona de gloria.
Otra:
De un «Testimonio» de fray Martin Estanislao Gillet, Maestro de la Orden y obispo.
(AA.VV., Pier Giorgio Frassati Terziario Domenicano: ricordi, testimonianze e studi, Bologna 1985, pp. 93-95.)
En Dios hallaba la alegría de vivir y a los veinticuatro años encontró la fuerza de morir
Encontrándome en Turín por las fiestas centenarias de santo Domingo, en 1922, tuve ocasión de conocer, en las funciones sagradas que se celebraron con solemnidad, a algunos universitarios de la Tercera Orden Dominicana. Todos simpáticos, pero entre todos me impresionó uno por su encanto especial. De su persona brotaba una fuerza de atracción llena de dulzura. Se llamaba Pedro Jorge Frassati.
Pedro Jorge formaba parte de ese grupo selecto de jóvenes que hoy suele encontrarse en todo centro universitario, los cuales tienen, con la nostalgia de lo sobrenatural, auténtico temperamento de apóstoles. Solo tuvo ocasión de ser estudiante; pero ya podían apreciarse en él los rasgos del hombre que hubiera llegado a ser: no precisamente un intelectual, es decir, un hombre capaz de poner toda su vida al servicio de su pensamiento, sino mas bien un hombre de acción, decidido a poner todo su pensamiento al servicio de la vida.
Por acción entendía el joven Pedro Jorge el «proceder cristiano». Y su dominio abarcaba tanto la vida interior como las obras externas, tanto la vida personal como la familiar y social. Proceder era para él sobre todo vivir; y, por tanto, pensar, sentir, amar, prodigarse con todos los recursos y todas las fuerzas de la naturaleza y de la gracia.
EI centro de la acción estaba en él, en lo profundo de su alma, en la intimidad con el Dios del amor, cuya presencia lo embriagaba. Ahí encontraba él la alegría de vivir y, a los veinticuatro años, la fuerza de morir. En toda su vida de estudiante fue un joven piadoso; pero la piedad no apagó el fuego de su mirada, no le oscureció la frente, no extinguió la sonrisa de su cara. Al contrario, todo en él brillaba de gozo, porque dejaba que su hermosa naturaleza floreciera al sol de Dios. Todos los sentimientos que hacen vibrar el corazón, en la inspiración cristiana, tendrán cabida en el suyo, con espontaneidad y generosidad sin igual.
Tenia a su familia en primer lugar, sufría cuando tenia que dejarla y exultaba de gozo cuando volvía a casa. Con la misma fuerza amo a su patria —que él consideraba como la prolongación de la familia— y a la Iglesia, como dilatación de la patria en el mundo espiritual. Estos afectos no se oponían en su corazón, sino que se armonizaban y fortalecían recíprocamente. Amaba a la madre de todos, la Iglesia. De buena gana habría dado generosamente su vida por ella. Y en la Iglesia le atraían las almas, sobre todo las de los pobres. A los hambrientos les daba lo poco que tenia; a los privados de afecto les entregaba su corazón; a los desgraciados que no saben nada de Dios y viven en la soledad espiritual, les daba el ejemplo del justo que vive de la fe y los acercaba a Dios para que los saciara.
En esa edad en la que bullen las pasiones en el corazón del joven y amenazan con romper los frenos, Pedro Jorge concentraba en su corazón todas las fuerzas vivas y encontraba el equilibrio. Dia a día, delante de Dios y de los hombres, aprendía a vencerse y a dominarse. Se hubiera dicho que, sin advertirlo, se preparaba para la misión de líder: ciertamente, para saber conducir a los otros es preciso saber conducirse uno mismo.
Los designios de Dios son incomprensibles, porque ve las cosas desde una perspectiva mucho mas alta y lejana que nosotros, en lo general y en lo particular. Pero nos es permitido pensar que, al llamar a Pedro Jorge a su reino, cuando todos los que lo conocían habían puesto en él tantas esperanzas, Dios quiso que su muerte inesperada e imprevista pusiera de relieve la belleza de su vida, y atrajera la mirada de los jóvenes, que pueden inspirarse en Pedro Jorge.
Responsorio Sal 70, 17; Cf. Sal 142, 10; Cf. 2M 15, 23
R. Dios mío, me instruiste desde mi juventud; tu espíritu, que es bueno, me ha guiado por tierra llana. *Y me ha enseñado a cumplir tu voluntad.
V. Tu, Señor de los cielos, has enviado a tu Ángel para que vaya delante de mi. *Y me ha enseñado a cumplir tu voluntad.
Laudes
Benedictus
Ant. Bendito sea Dios, que nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos e irreprochables en el amor.
Oración
Oh Dios y Padre nuestro, que diste al joven beato Pedro Jorge la alegría de encontrar a Cristo en la fe y en la caridad; concédenos, por su intercesión, que también nosotros podamos difundir entre los hombres de nuestro tiempo el espíritu de las bienaventuranzas del Evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo.
Vísperas
Magnificat
Ant. Ni por un instante cedimos: teníamos que mantener íntegra para vosotros la verdad de la palabra de Cristo.
Oración como en Laudes.
Novena al Beato Pier Giorgio Frassati
Pier Giorgio responde: La fe que me fue dada en el Bautismo claramente me sugiere: «de ti mismo no harás nada, pero si tienes a Dios como centro de todas tus acciones, entonces alcanzarás la meta.»
Rezamos: Beato Pier Giorgio, enséñame la verdadera pobreza de espíritu. Ayúdame a entender que Dios me cuida, y que Él me pide que cuide a los otros, especialmente a los carenciados. Guíame para hacer elecciones en mi vida que demuestren una preferencia de servir a Dios y al prójimo, en lugar de acumular riquezas y ventajas sociales en mi propio beneficio. Dame un amor especial por los pobres y los enfermos.
Beato Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que ama a los pobres, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: Para que nuestra vida sea cristiana, tiene que haber un constante renunciamiento, un continuo sacrificio. Pero esto no es difícil, si uno piensa qué son estos años pasados con dolor, comparados con la eterna felicidad donde la alegría no tendrá medida ni final, y donde tendremos una paz inimaginable.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, enséñame que también debo ser capaz de llorar para ser capaz de ser consolado. Muéstrame cómo enfrentar la pena, y a no evitarla o pretender que no existe. Ayúdame a ingresar en cualquier dolor presente, para que mi alma pueda vaciarse y se llene con la paz de Dios.
Beato Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es quien nos consuela, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: Con la violencia siembras odio y cosechas sus malos frutos. Con la caridad, siembras paz entre los hombres, no la paz que el mundo ofrece, sino la verdadera paz que solamente la fe en Jesucristo puede darnos hermanándonos los unos con los otros.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, guíame para reclamar mi honrada herencia como un hijo de Dios y de su Reino. Muéstrame, con tu propio ejemplo, cómo contener la furia, y a ser paciente en mi trato con los otros. Ayúdame a comunicar la paz de Cristo hablando con palabras de paz y viviendo una vida de paz.
Beato Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es manso y humilde de corazón, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: ¡Qué bienestar es la buena salud como la que tenemos! Pero nuestro deber es poner nuestra salud al servicio de aquellos que no la tienen. Actuar en contrario sería traicionar un don de Dios.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, guíame para buscar y desear la justicia de Dios, su plan para mi vida y para la salvación del mundo. Muéstrame el camino del abandono de modo que no pueda desear nada más que estar al servicio de Dios y de su Reino. Guíame hacia la mesa del amor, donde seré satisfecho.
Beato Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es santo y justo, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: San Pablo dice que «la caridad de Cristo nos apremia». Sin esta llama, que debería hacer generosa nuestra personalidad poco a poco, y arder sólo por los sufrimientos de otras personas, no seríamos cristianos, y mucho menos católicos.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, enséñame por tu ejemplo de misericordia a abrir mi corazón más ampliamente a aquellos que lo necesitan, especialmente los pobres y los enfermos. Guíame a extender esa misericordia tanto a amigos como a extraños, a aquellos que me aman y aquellos que no lo hacen. Ayúdame a reflejar la propia misericordia de Dios, especialmente con palabras y gestos de perdón.
Beato Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es la plenitud de Gracia y misericordioso y justo, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: Les pido que recen un poco por mí, para que Dios pueda darme una férrea voluntad que no se doble y no falle a sus planes.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, guíame en el camino de la pureza, porque sólo los que están limpios de corazón pueden contemplar el rostro de Dios. Ayúdame a ser leal a la alianza que hice con Dios en el Bautismo, que siempre sea fiel a su voluntad y que asimismo le ofrezca una fe sincera. Muéstrame con tu vida cómo ser coherente y completamente dedicado a proclamar el reino de Dios acá en la tierra.
Bienaventurado Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es puro amor y gloria, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedid
Pier Giorgio responde: Les ofrezco mis mejores deseos, o, mejor aún, sólo un deseo, pero el único deseo que un verdadero amigo puede expresar a un querido amigo: ¡que la paz del Señor sea contigo siempre! Porque si posees la paz todos los días, serás verdaderamente rico.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, no obstante tu lucha diaria, encontraste la paz acogiendo tu propia vocación en el trabajo, el estudio y en el juego, orando solo y con otros, en silencio y cantando, riendo o hablando seriamente con amigos. Guíame hacia esa paz interior que me permitirá compartir la paz con otros.
Bienaventurado Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es nuestra paz, gloria, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
Pier Giorgio responde: Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin una firme batalla en busca de la verdad, no es vivir, sino sólo durar.
Rezamos: Beato Pier Giorgio, enséñame a callar frente a la humillación personal y la crítica injusta. Pero guíame a tener coraje como tú para ubicarme con firmeza del lado de la verdad de Dios. Ayúdame a ser sincero con Él, en todas las cosas, para que su voluntad pueda realizarse en y durante toda mi vida. Muéstrame cómo perseverar en la lucha por conseguir las cosas santas y honorables.
Bienaventurado Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que es la fuente de gracia y verdad, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
PIER GIORGIO responde: Nosotros que por la Gracia de Dios somos católicos debemos fortalecernos para la batalla que sin duda tendremos que llevar adelante para cumplir nuestra vocación y dar a nuestra patria, en un futuro no muy distante, días más felices y una sociedad moralmente más sana. Pero para lograrlo necesitamos rezar constantemente para obtener de Dios esa gracia sin la cual todos nuestros poderes son inútiles.
Rezamos: Bienaventurado Pier Giorgio, muéstrame como soportar todos la maldad pacientemente. Ayúdame a aceptar los sufrimientos que otros me infrinjan a causa de mi deseo de ser fiel a Jesús.
Bienaventurado Pier Giorgio, pido tu intercesión para obtener de Dios, que protege a los inocentes, todas las gracias necesarias para mi bienestar personal y comunitario. Me dirijo confiado a ti para que me ayudes con mi necesidad actual: (mencionar el pedido).
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