Invocación
+ En el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Oh, Dios mío, cuánto daño he hecho de palabra y de obra: he pecado abiertamente, ocultamente, continuamente. Por ello te suplico por mi fragilidad, a fin de que no tengas en cuenta mi iniquidad, sino tu inmensa bondad, y con compasión me perdones lo que he cometido dándome el arrepentimiento de lo pasado y una eficaz cautela para el futuro. Amén.
Día 1
El Señor nos da el tiempo como oportunidad, como auxilio. Como oportunidad que podemos aprovechar para volver a él: Aguarda el Señor para tener misericordia de nosotros (Is 30,18). Luego busquemos al Señor cuando puede ser encontrado, no sea que, preocupados súbitamente por el día de la muerte, busquemos tiempo de penitencia y no podamos hallarlo. Como auxilio, porque la cualidad del tiempo nos ayuda para hacer penitencia, si queremos, porque ahora nos aflige el calor, el frío, el viento, la lluvia. Si sufrimos pacientemente esas cosas, practicamos la penitencia. Pero si murmuramos, ahora que el tiempo está a nuestro favor, en el día del juicio estará contra nosotros: Llamó contra mí al tiempo (Lamen 1,15). Por eso dice San Bernardo: «Así como no pereciera ni un cabello de nuestra cabeza, tampoco perecerá un momento del tiempo.»
Comentario al Apocalipsis
Día 2
He meditado en todas tus obras (Sal 152,5). Las cosas de la Divinidad son por sí mismas las que más excitan el amor y, por consiguiente, la devoción, porque se debe amar a Dios siempre sobre todas las cosas; pero la debilidad del espíritu humano hace que, así como necesita de guía para el conocimiento de las cosas divinas, de la misma manera debe ser conducido al amor por el conocimiento de las cosas sensibles entre las cuales la principal es la humanidad de Cristo, según lo que se dice en el Prefacio: Para que conociendo visiblemente a Dios, por él (por Cristo) seamos arrastrados al amor de las cosas invisibles. Por consiguiente, las que pertenecen a la humanidad de Cristo, a modo de cierta guía manual, excitan en nosotros muy particularmente la devoción, y frecuentemente mayor devoción se despierta de la consideración de la Pasión de Cristo y de los otros misterios de la humanidad, que de la consideración de la divina grandeza; a pesar de que la devoción consiste principalmente en los misterios divinos.
Suma teológica
Día 3
No los llamo ya siervos… a ustedes los llamo amigos (Jn 15,15). La caridad es amistad. No cualquier amor tiene razón de amistad, sino el que va acompañado de benevolencia, esto es, cuando amamos a alguno y queremos el bien para él. Si, pues, no queremos el bien para las cosas amadas, sino para nosotros el bien de estas mismas cosas, como cuando decimos que amamos el vino, o el caballo, el amor no es de amistad, sino de concupiscencia, porque es ridículo decir que uno tiene amistad al vino o al caballo. Tampoco basta la benevolencia para la razón de amistad, sino que se requiere una reciprocidad de amor, porque el amigo debe ser amado del amigo, y esta benevolencia recíproca se funda en alguna comunicación. Por consiguiente, existiendo alguna comunicación del hombre con Dios, puesto que nos comunica su bienaventuranza, sobre esta comunicación conviene que se funde alguna amistad. Mas el amor fundado en esta comunicación es la caridad. Luego es evidente que la caridad es una amistad del hombre con Dios.
Suma teológica
Día 4
Les he dicho, para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán sufrimientos, pero tengan confianza, que yo he vencido al mundo (Jn 16,33). Todo lo que les he dicho de palabra, o cuanto les he hablado en todo el Evangelio, ha sido con el fin de que, volviendo a mí, tengan paz en mí. Pues el fin del Evangelio es la paz en Cristo. Mucha paz para los que aman tu ley (Sal 118,165). La razón es que la paz del corazón se opone a su perturbación, que procede de los males que sobrevienen y se acrecientan. Mas si alguno llora alguna vez, no obstante, el gozo, sobrepujando a aquellos males, hace que no permanezca la perturbación. De ahí es que los hombres mundanos, que no están unidos a Dios por amor, tienen tribulaciones sin la paz; pero los santos, que tienen a Dios en el corazón por el amor, aun cuando padezcan tribulaciones por parte del mundo, tienen paz en Cristo. Porque nuestro fin debe ser aquí tener paz en Dios. Rehusó consolarse mi alma, esto es, en las cosas mundanas, pero me acordé de Dios, y me deleité (Sal 76,3).
Comentario a San Juan
Día 5
Para mí el vivir es Cristo (Flp 1,21). Cristo es vida, porque es principio de todas nuestras acciones. Y en efecto, la vida importa cierta moción. Se dice que viven los seres que se mueven por sí mismo. De ahí que aparece como fuente de la vida del hombre lo que es en él principio de su movimiento. Por lo cual algunos llaman su vida a aquello que los mueve a obrar. Así, pues, Cristo es nuestra vida, porque él es principio total de nuestra vida y acción. Por ese motivo, dice el Apóstol: Para mí el vivir es Cristo, pues sólo Cristo lo movía. Y añadía: y el morir ganancia, y habla con propiedad, pues cualquiera considera para sí como una ganancia cuando puede perfeccionar la vida imperfecta que posee. Así, el enfermo tiene por lucro la vida sana. Nuestra vida es Cristo: Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col 3,3). Pero aquí es imperfecta. Mientras estamos en el cuerpo vivimos ausentes del Señor (2 Cor 5,6), y por eso cuando morimos corporalmente, se perfecciona nuestra vida, es decir, Cristo, al cual entonces estamos presentes.
Comentario a Filipenses
Día 6
Gusten y vean qué suave es el Señor (Sal 33,9). El Salmista exhorta a la experiencia de la intimidad divina y para esto hace dos cosas: primero exhorta a esta experiencia y después explica sus efectos. Dice, pues, gusten. La experiencia de una cosa se hace por los sentidos; pero de manera distinta para una cosa presente, y para otra ausente; porque las ausentes o distantes son percibidas por la vista, el olfato y el oído; las presentes, por el tacto y por el gusto; por el gusto, la experiencia es extrínseca presente, por el gusto, es íntima. Pero Dios no está lejos de nosotros, ni fuera de nosotros, sino en nosotros. Tú, Señor, entre nosotros estás (Jer 14,9). Por eso la experiencia de la bondad divida se llama degustación: Ya que han gustado qué bueno es el Señor (1 Pedro 2,3). Gustó y vio que su trabajo es provechoso (Prov 31,18).
Suma teológica
Día 7
He aquí que yo estoy a la puerta, y llamo (Ap 3,20). Yo estoy, en espera de la penitencia. Aguarda el Señor, para tener misericordia de ustedes (Is 30,18). Y en el Cantar de los Cantares: Ahí está: se detiene detrás de nuestro muro (2,9). A la puerta del corazón, que es el libre albedrío. Ninguno de vosotros salga de la puerta de su casa hasta la mañana (Ex 12,22). Esta puerta está cerrada, mientras el hombre tiene voluntad de pecar, de modo que el Señor no puede entrar, pues como dice el libro de la Sabiduría: En alma maligna no entrará la sabiduría (1,4). Si alguno oye (Ap 3,20), es decir, con un oído del corazón, que es la inteligencia, y con el otro, que es la obediencia, mi voz, es decir, mi inspiración, o flagelación, o predicación o colación de beneficios que se dicen voz de Dios, porque por ellas nos llama a sí el Señor, y sin embargo son pocos los que escuchan. Y me abriera la puerta de su corazón, es decir, la voluntad, por la cual entra Cristo al alma, y que se dice abrirse a Cristo por el consentimiento en el bien, y al diablo por el consentimiento en el mal.
Comentario al Apocalipsis
Día 8
Puede considerarse en relación al amor del prójimo y al amor de Dios una doble perfección: una, sin la cual no puede existir la caridad, es decir, que el hombre nada debe tener en su corazón que sea contrario al amor del prójimo; la otra, sin la cual no es posible encontrarse caridad, puede considerarse de tres modos: 1º, según la extensión del amor, es decir, que uno no solamente ame a los amigos y conocidos, sino también a los extraños y aun a los enemigos; 2º, según la intensidad, que se manifiesta por aquellas cosas de que el hombre se priva por causa del prójimo, hasta el punto de no tener en nada no sólo los bienes exteriores, sino también las aflicciones corporales y aun la misma muerte: Ninguno tiene mayor amor que éste, que es poner su vida por sus amigos (Jn 15,13); 3º, en cuanto al efecto del amor, es decir, que el hombre sacrifique por sus prójimos no sólo los beneficios temporales, sino también los espirituales y aun a sí mismo, según aquello: Yo de buena gana daré lo mío, y me daré a mí mismo por sus almas (2 Cor 12,15).
Suma teológica
Día 9
Saldrá una vara de la raíz de Jesé (Is 11,1). La Virgen es dadivosa por seis utilidades que nos proporciona. 1ª) Porque nos dividió el mar, es decir, el mundo, para que pasemos. Tú alza la vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo (Ex 14,16). 2ª) Porque de la piedra, que es Cristo, nos sacó el agua de la gracia para que bebamos. Toma la vara… y habla a la peña delante de ellos (Num 20,8). 3ª) Porque nos da la miel de la devoción, a fin de fortalecernos. Alargó la punta de una vara que tenía en la mano, y la mojó en un panal de miel (1 Reyes 14,27). 4ª) Porque por ella vencemos al diablo. Y habiendo ido a él con una vara, arrancó por fuerza la lanza de la mano del egipcio, esto es, del diablo (2 Reyes 23,21). 5ª) Porque, gracias a su mediación, impetramos la clemencia divina. Y él alargó hacia ella el cetro de oro (Est 5,2), con lo cual se mostraba la señal de la clemencia. 6ª) Porque ella nos libra de las manos de todos los enemigos. De Sión hará salir el Señor el cetro de tu poder (Sal 109,2).
Sermón de la Anunciación
Oración
Oh Dios, que en tu providencia has dado a la Iglesia a Santo Tomás de Aquino como maestro de sabiduría y modelo de santidad; por sus méritos y ejemplo concédenos buscarte con sinceridad y amarte sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo.