Domingo XVI
17 de julio de 2022
Gn 18,1-10a | Sal 14,2-3.3-4.5 | Col 1,24-28
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 10,38-42
«María eligió la mejor parte, que no le será quitada» (Lc 38, 42). María, hermana de Marta y de Lázaro había elegido permanecer a los pies de Jesús escuchando su palabra mientras Marta se ocupaba de los quehaceres de la hospitalidad. Jesús alaba la elección de María indicando con ello que la mejor parte, aquello que no se nos quitará jamás, es la contemplación de Dios.
Naturalmente, el Señor no proscribe los deberes de la caridad, especialmente, el de la hospitalidad por el cual Abrahán había hospedado a los ángeles, tal como leímos en el texto del Génesis en la primera lectura. «Era forastero y me acogiste» es una de las obras de misericordia corporales que conduce a la bienaventuranza eterna: «Ven bendito de mi Padre, a poseer el Reino de los cielos, que te tenía preparado desde la creación del mundo» (cf. Mt 25).
El Señor prescribe la primacía de la contemplación en esta vida y anuncia la verdad de la vida eterna, el objeto de nuestra esperanza: la visión beatífica y el gozo eterno de Dios mismo.
En efecto, es imposible, como lo muestra la vida de los santos, realizar obras de misericordia con valor sobrenatural sin obtener la fuerza y la luz de una vida intensa de oración: Santo Domingo pasaba largas horas de oración privándose del sueño para contemplar y, de este modo, predicar. En palabras de uno de los hermanos de la primera hora, Santo Domingo era «en la noche todo de Dios» y en el día «todo de los hombres», lleno de caridad, benevolencia y ardor apostólico.
Además, llegará un día, el día de nuestro paso a la eternidad, en el cual cesarán los trabajos y los afanes y, por la caridad con la cual hayan sido éstos realizados, es decir, con la forma divina que ellos hayan tenido, estos nos abrirán, por la gracia de Dios, las puertas del cielo. Esta caridad, esta forma divina, esta gracia se obtiene por una intensa vida de oración y contemplación: ésta es la parte mejor, la que nadie nos puede quitar.
Hace un par de semanas, el monasterio de Nuestra Señora del Santo Rosario de nuestras monjas dominicas contemplativa en Mendoza cumplió 50 años de su fundación. Hace un par de días fue llamada a la eternidad una querida monja del monasterio de San Justo en Buenos Aires, sor Marta.
¡Cómo adquieren valor y sentido eterno estos acontecimientos a la luz del santo Evangelio de este domingo! La vida contemplativa es esencial en la Iglesia y en nuestra Orden de Predicadores desde su origen mismo forma parte de la naturaleza misma de la vocación y misión de la predicación de la gracia y de la verdad. Así lo quiso Santo Domingo y así lo han mostrado los 800 años de vida de nuestra Orden, al unir de modo inseparable la contemplación de la monjas y la acción apostólica de los frailes y los laicos en el único fin común de la predicación.
Nuestras monjas son el corazón orante de la Iglesia y, dado que nuestra Orden vive «in medio Ecclesiae» (en el medio de la Iglesia), nuestras monjas están en el corazón de nuestras empresas apostólicas, de nuestra predicación, nuestra liturgia, nuestra oración, nuestra vida común, nuestro estudio y nuestra enseñanza.
Pidamos a la Santísima Virgen del Rosario y a Nuestro Padre Santo Domingo que renueve en nosotros y en toda la Iglesia la vida contemplativa, es decir, la vocación de María, la hermana de Marta y de Lázaro, para que, permaneciendo fielmente a los pies del Señor y escuchando su Palabra podamos realizar las demás obras de misericordia con fruto sobrenatural y estas mismas obras nos alcancen el deseo más radical de nuestra esperanza: la vida eterna en compañía de los santos que nos han precedido en el camino de la fe.
Especialmente en este domingo, pongamos delante del Señor con gratitud a nuestras monjas de Mendoza en su aniversario, para que el Señor las bendiga y las siga multiplicando en virtud y en vocaciones y recemos por Sor Marta y sus hermanas del monasterio de San Justo: que ella alcance del Señor lo que Él mismo le prometió el día de su profesión: la alegría eterna en el cielo en Su compañía, el goce del amor eterno del Esposo y se acuerde de sus hermanos y hermanas que peregrinamos hacia la Patria celestial.
Fray Julio Söchting OP
Mendoza
Imagen: Cristo en casa de Marta y María | Autor: Diego Velázquez | Fecha: 1618 | Ubicación: National Gallery (Londres)