La vida espiritual de Santo Tomás de Aquino

"Bene scripsisti de me, Thoma"

La vida espiritual de Santo Tomás de Aquino, lo que él llamaría su “amistad” con Dios, tal como lo relatan sus hagiógrafos, se centró en Cristo y, en particular, en Jesús presente en la Eucaristía y en el Crucifijo[1]. Esto es puesto de manifiesto por un episodio del final de su vida, narrado por la Historia de Santo Tomás de fray Guillermo de Tocco. Allí se nos dice que durante el último año de su vida, cuando estaba escribiendo acerca de la pasión y la resurrección de Cristo en la Suma de teología, un testigo oyó un diálogo milagroso entre Jesús en el Crucifijo y el santo. El que venía siendo el objeto de su reflexión y enseñanza le dice al teólogo: “Thoma, bene scripsisti de me, quam recipies a me pro tuo labore mercedem?”, es decir, “Tomás, has escrito bien acerca de mí, ¿qué recompensa recibirás de mí por tu labor?” La respuesta del fraile dominico nos descubre el velo de su corazón para mostrarnos lo que era el objeto principal de su amor: “Domine, non nisi te”, esto es, “Señor, nada sino a ti”[2] . Este breve intercambio nos da a entender tres cosas: Jesús es lo único que busca alcanzar Tomás con sus escritos; que Tomás ha escrito sobre Jesús; y que lo ha hecho bien.

“Nada sino a ti, Señor”

Para rubricar lo primero podemos acudir a la última confesión pública de fe del santo poco antes de morir. Según múltiples testigos, cuando le trajeron el viático y tras adorarlo largo rato y con muchas palabras, santo Tomás se dirigió a Cristo como al objeto de su actividad como investigador, predicador y docente[3]: “por el amor de quien he estudiado, me he mantenido en vela (vigilavi) y he trabajado y predicado y enseñado”[4]. Es un guiño de la providencia el que él último tema tratado integralmente por el aquinate en la Summa haya sido justamente la Eucaristía (ST III, 73-83), como si todo lo que precediera se ordenara a ella[5]. En estas dos expresiones en los últimos meses de su vida terrena el santo dominico nos revela que su obra literaria ha sido una obra de amor a Jesús y que todo en ella se ordena a Jesús. 

Como confirman los estudios bíblicos contemporáneos, es el amor que Cristo nos tiene el que enciende el amor que nosotros le tenemos[6]. Ambos amores, el suyo y el nuestro, mueven la lengua y la pluma del maestro. También el discípulo requiere ser encendido por el amor de Cristo para poder aprovechar en esta disciplina ya que, como explica el aquinate en su Comentario al Evangelio de Juan, la marca del discipulado de Cristo es la adhesión (inhaesio) a él y la observancia de la caridad[7]. Este amor de Cristo no sólo da alas al teólogo, sino que rodea e impregna todo lo que éste estudia. 

Imagen de Santo Tomás de Aquino del convento Santo Domingo de Cuenca (Ecuador).

Apoteosis de Santo Tomás de Aquino con los doctores de la Iglesia (Barroco). Francisco de Zurbarán. Museo de Bellas Artes, Seville, Spein (bridgemanimages.com).

“Has escrito acerca de mí”

El amor de Cristo como motor de la escritura se percibe en que Santo Tomás escribe sobre él, no sólo de manera explícita, sino también de manera implícita, es decir, cuando los contenidos no inmediatamente cristológicos se insertan en una estructura que sí lo es. Así, el prólogo de la Tertia Pars de la Suma de teología señala que “para consumar todo el quehacer teológico es necesario… que siga la consideración del Salvador de todos y de sus beneficios”[8]. Si la Sacra doctrina entera se completa en el estudio de Cristo es porque toda ella se ordena a él y lleva su sello. En su Comentario al Evangelio de Juan, el aquinate propone que la composición de este Evangelio sigue una organización centrada en Cristo: primero, en cuanto que es Dios; segundo, en cuanto es el ejemplar de la creación, y especialmente del ser humano; tercero, como santificador del hombre a través de la gracia por su encarnación[9]

Volviendo a la obra que estaba componiendo Santo Tomás al momento de escuchar esas palabras desde el Crucifijo, como se ha indicado ya, cada una de las partes y secciones de la Suma de teología puede ser referida al Verbo. Por eso, aunque el tratamiento per se de Cristo aparece en la última parte de la Summa, todo su plan tiene un innegable “carácter cristiano.”[10] Por todo ello, aunque el que Jesús dijese que Tomás escribió bien acerca de él se puede atribuir principalmente a los desarrollos propiamente cristológicos, el mismo Tomás probablemente escuchó tales palabras como también atinentes al resto de su obra.

“Has escrito bien acerca de mí”

El amor de Cristo que lo impulsaba e iluminaba, así como su propio amor a Cristo encendido por aquel, se percibe en todas sus obras. Respecto de Cristo, hay varios desarrollos originales. Entre ellos podemos mencionar: el cuidado de la condición de misterio de Cristo y de la prioridad absoluta de la Revelación para poder acceder a él; la profundización de la comprensión de la generación del Verbo eterno; la clarificación de las opiniones de Pedro Lombardo sobre la encarnación a la luz de las actas de los Concilios; la capitalidad de Cristo en cuanto hombre por la plenitud singular de gracia en su humanidad; el estudio sistemático de los misterios de la vida de Cristo y su múltiple causalidad soteriológica[11]

El “bene” de las palabras de Cristo evoca también la armonía y belleza de la escritura de Tomás. El estilo despojado y conciso de su prosa tiene la virtud de ceder lugar y transportar rápidamente al lector a la belleza de los temas tratados. Sin embargo, lo que ella no tiene en juego y armónicos literarios lo tiene en conexiones de los misterios, que hacen gozar en cada tema la hondura de la verdad manifestada en Jesucristo. En una pequeña parte de su obra literaria, empero, el fraile dominico echa mano del lenguaje poético. Lo hace justamente para honrar al mismo Jesús en la Eucaristía. La fina y original destreza en el uso del ritmo y la rima en los himnos del oficio de Corpus Christi que le fuera encargado por el Papa Urbano IV ha hecho dudar a más de un estudioso de que se tratara de la misma persona que había escrito los sobrios tratados filosóficos y teológicos[12]

Las antífonas de los Salmos dan la clave para gustar los Salmos cuidadosamente elegidos para celebrar el Cuerpo de Cristo[13]. Los responsorios son un crisol de palabras tomadas del Antiguo y Nuevo Testamento. La oración colecta dirigida directamente a Cristo trasluce, dentro de una apretada síntesis teológica, una relación personal con Jesús: “Oh, Dios, que en este sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu sangre, que sintamos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas…”[14]. Es verdad que el conjunto, especialmente con las nueve lecciones o lecturas originales compuestas por el mismo santo, es un incesante estímulo intelectual, pero las piezas poéticas y la suave conexión con los Salmos lo envuelven al fiel en la belleza de Cristo.

Nada más apto para concluir aquí que la oración rítmica intitulada Adoro Te devote[15]. Se trata de una composición muy personal, toda ella centrada en Cristo, que el mismo santo usaba para dirigirse al Señor. En las primeras tres estrofas y media, donde se destacan los verbos conjugados en la primera persona del singular[16], se subrayan la fe y la humildad y culminan en la segunda mitad de la cuarta estrofa con el primer pedido dirigido a Jesús[17]: que él sea el objeto de la vida espiritual del fiel, es decir, de sus virtudes teologales[18]. En las dos estrofas que siguen aparecen los verbos en la segunda persona del imperativo y se le pide a Jesús que comunique la vida gustosa y la purificación que brotan de su misterio de redención presente en la Eucaristía[19]. En la última estrofa, en la cual vuelven los verbos en la primera persona del singular, el fraile dominico, creyente, pide a Jesús que haga que su sed se sacie con la visión de su rostro. Esta última oración, eco de aquellas de Moisés (Ex 33, 18) y de David (Ps 26/27, 8), lo asocia a Tomás a los amigos de Dios. En ella su corazón acoge la inspiración de su amigo Jesús que le suscita el deseo de verlo y así unirse ambos en una comunión de actividad y vida[20]. Preguntado, entonces, por su amigo, sobre el anhelo de su corazón, Santo Tomás no tarda en responder: “Domine, non nisi te”.

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[1] Ver Jean-Pierre TORRELL, OP, Initiation à saint Thomas d’Aquin. Sa personne et son œuvre, 3ra ed., París, Cerf, 2015; 1era ed. 1993, p. 364–368.

[2] Guilelmus de TOCCO, Ystoria sancti Thome de Aquino de Guillaume de Tocco (1323), ed. C. Le Brun-Gouanvic, Studies and Texts 127, Toronto, Pontifical Institute of Mediaeval Studies, 1996, cap. 34, p. 86, lin. 3–14: “…frater Dominicus de Caserta sacrista… audiuit de loco ad quem predictus doctor conuersus erat ad orandum cum lacrimis, huiuscemodi uocem de ymagine crucifixi: ‘Thoma, bene scripsisti de me, quam recipies a me pro tuo labore mercedem?’ Qui respondit: ‘Domine, non nisi te.’ Et tunc scribebat Tertiam partem Summe de Christi passione et resurrectione.”

[3] Ver “Proceso de Canonización de Nápoles de Santo Tomás de Aquino,” en Fontes Vitae S. Thomae Aquinatis: Notis historicis et criticis illustrati, ed. D. Prümmer y M.-H. Laurent (Toulouse: sin p., sin fecha; una colección de seis fascículos de numeración continua [“Textes et documents”] publicados por la Revue thomiste de 1911 a 1937; el “Proceso de Nápoles” corresponde a Revue thomiste 37–39 [1932–1934]), p. 265–407, aquí §§ 27, 49 & 80, p. 301, 332, 378–379; Torrell, Initiation, p. 373–374.

[4] “Proceso de Nápoles,” § 80, p. 379: “Et stetit in eodem monasterio pluribus diebus infirmus cum patientia et humilitate multa et voluit sumere Corpus Salvatoris nostri; et cum Corpus ipsum fuit sibi portatum, genuflexit et cum verbis mire et longe adorationis et glorificationis salutavit et adoravit ipsum, et ante susceptionem Corporis dixit: ‘Summo te pretium redemptionis anime mee, sumo te viaticum peregrinationis mee, pro cuius amore studui, vigilavi et laboravi et predicavi et docui; nichil unquam contra te dixi, set si quid dixi ignorans, nec sum pertinax in sensu meo; set si quid male dixi, totum relinquo correctioni ecclesie Romane’.” Transcripto en TOCCO, Ystoria, cap. 58, p. 198.  

[5] Las últimas siete cuestiones de la Tertia Pars (ST III, 84-90) que nos han llegado sobre el sacramento del a Penitencia son sólo una fracción del largo tratamiento que estaba previsto dedicarle.

[6] Ver E.-B. ALLO, Saint Paul. Seconde épître aux Corinthiens, Paris, Librairie Lecoffre/J. Gabalda et Cie, éditeurs, 1937, p. 165; Ceslas SPICQ, OP, Lexique théologique du Nouveau Testament, J.-M. Poffet, OP, éd., 2da ed., Paris, Cerf, 1991 (1ra ed. 1978), col. 1474–1478; Margaret THRALL, Second Epistle to the Corinthians: Volume 1: 1-7, Londrés, Bloomsbury T&T Clark, 1994, p. 408, n. 1512; Scott J. HAFEMANN, The NIV Application Commentary: 2 Corinthians, Grand Rapids, MI, Zondervan, 2000, p. 240; Murray J. HARRIS, The Second Epistle to the Corinthians: A Commentary on the Greek Text, Grand Rapids (MI), Eerdmans, 2005, p. 418; Anthony C. THISELTON, 2 Corinthians: A Short Exegetical and Pastoral Commentary, Eugene (OR), Cascade Books, 2019, p. 71.

[7] Ver Sup. Io. 15, I (v.8; M1996): “Haec enim sunt signa discipulatus Christi, scilicet inhaesio ad Christum… Secundo caritatis observatio… .” Ver también ibid., 13, VII (v.35; M1839); ST III, 63, 3, 3.

[8] ST III, prol.: “…necesse est ut ad consummationem totius theologici negotii, post considerationem ultimi finis humanae vitae et virtutum ac vitiorum, de ipso omnium Salvatore ac beneficiis eius humano generi praestitis nostra consideratio subsequatur.”

[9] Ver Sup. Io., prol., (M10): “Patet ergo ordo istius Evangelii ex verbis praemissis. Primo enim insinuat nobis Dominum sedentem super solium excelsum et elevatum, in prima parte, cum dicit: ‘In principio erat Verbum’. In secunda vero parte insinuat quomodo omnis terra plena est maiestate eius, cum dicit: ‘Omnia per ipsum facta sunt’. In tertia parte manifestat quomodo ea quae sub ipso erant, replebant templum cum ipse dicit: ‘Verbum caro factum est’.”

[10] GUINDON, “La théologie,” p. 23*: “Le moins qu’on puisse dire dès maintenant semble bien être que, malgré les apparences et malgré les opinions, le problème de la ‘christianisation’ de la Ia et de la IIa pars ne sera pas insoluble. Dans le rayonnement du Prologue de l’Évangile selon saint Jean, la primauté du Verbe n’entraînera sûrement aucun détriment pour le caractère ‘chrétien’ de la doctrine de saint Thomas.” Ver también Roger GUINDON, OMI, “La théologie de saint Thomas d’Aquin dans le rayonnement du ‘Prologue’ de saint Jean (suite),” Revue de l’Université d’Ottawa 29 (1959): 121*–142*, aquí p. 141*: “Quant à la qualité proprement chrétienne de cette théologie, l’omniprésence de la Sagesse et du Verbe la manifeste d’une façon éclatante. La façon dont on a pris l’habitude de la mettre en doute, en certains milieux, soulève, semble-t-il, un pseudo-problème. Si, en effet, saint Thomas ne centre pas sa théologie sur le Christ, c’est-à-dire sur le Verbe pour autant qu’il a pris une chair humaine, c’est qu’il situe l’Incarnation dans le contexte plus vaste de la Geste du Verbe: Sagesse engendrée par le Père… par laquelle tout a été créé… qui illumine tout homme… qui dirige chaque personne humaine vers son destin… qui… prend une chair pour sauver l’homme… .”

[11] Estos temas pueden verse respectivamente, p.e., en ST III, 1; ST I, 34; ST, III, 2, 1-6; ST III, 8; ST III, 31-59.

[12] Ver Paul MURRAY, OP, Aquinas at Prayer. The Bible, Mysticism and Poetry, Londrés, Bloomsbury, 2013, especialmente p. 157-259; Sisto TERÁN, Santo Tomás, Poeta del Santísimo Sacramento, Tucumán, Ed. Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino, 1979. Como ejemplo de las cualidades poéticas de la hímnica de Tomás se puede considerar el empleo de la triple rima alternada del himno Pange lingua, lo cual es algo original en el medioevo.

[13] Por ejemplo, nueve antífonas de los salmos de Maitines del Officium Sacerdos (de la Solemnidad del Cuerpo de Cristo) son tomadas de los salmos mismos con un sutil e ingenioso añadido que invita a reinterpretar todo el salmo a la luz del misterio de la Eucaristía. 

[14] “Deus qui nobis sub sacramento mirabili passionis tuae memoriam reliquisti, tribue, quaesumus, ita nos corporis et sanguinis tui sacra mysteria venerari, ut redemptionis tuae fructum in nobis iugiter sentiamus. Qui vivis et regnas…” 

[15] Ver nuestra explicación de este “Ritmo” en https://www.youtube.com/watch?v=reAPZMpj0Hg, accedido el 5 de septiembre de 2023.

[16] “Adoro” (estrofa primera), “credo” (estrofa segunda), “peto” (estrofa tercera) y “intueor, confiteor” (estrofa cuarta).

[17] Desde la primera palabra “adoro” se trasluce la fe y la humildad. Se insinúan ecos armónicos de esta adoración humilde y creyente en “subiicit”, “deficit” (estrofa primera); “fallitur”, “auditu solo creditur”, “credo quidquid dixit”, “nil verius” (estrofa segunda); “latebat”, “latet”, “credens atque confitens”, “latro paenitens” (estrofa tercera); “non intueor” y “tamen te confiteor” (estrofa cuarta).

[18] Estrofa cuarta: “Fac me tibi semper magis credere, in te spem habere, te diligere”.

[19] “Praesta” (estrofa quinta) y “munda” (estrofa sexta).

[20] Estrofa séptima: “Iesu, quem velatum nunc aspicio, oro fiat illud quod tam sitio; ut te revelata cernens facie, visu sim beatus tuae gloriae.”

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Fuente: EMERY, Fray John W. OP. “Bene scripsisti de me, Thoma”, ponencia presentada en XLVII Semana Tomista. El legado de Santo Tomás de Aquino a 700 años de su canonización, 14 de septiembre de 2023. Texto completo aquí.  

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