Domingo VIII
27 de febrero de 2022
Eclo 27,4-7 | Sal 91,2-3. 13-16 | 1Co 15, 51.54-58
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 6,39-45
La primera lectura del Libro del Eclesiástico, nos dice que el ser humano se prueba en el hecho de razonar, y en la forma como expresa su razonar, por eso, no hay que alabar a nadie, sin antes escucharle razonar. A través de esta sabia reflexión, es Dios mismo quien transmite una enseñanza a su pueblo, y a su vez le revela que El se interesa en conocerlos, así como un papá o una mamá se interesa por conocer a sus hijos para enseñarles y aconsejarles, de acuerdo a la orientación y corrección que necesitan en sus vidas. Así también Dios se interesa por nosotros la Iglesia Católica, su nuevo pueblo, convocado en torno a Cristo Resucitado.
En esta misma perspectiva de sabiduría de vida, Jesús en el Evangelio, entrega a sus discípulos una enseñanza, orientada a hacerlos tomar conciencia de la necesidad de aprender a dejarse guiar. Esta enseñanza es también válida para nosotros hoy discípulas y discípulos de Jesús Resucitado, desde el momento en que por el bautismo hemos recibido su Espíritu, el Espíritu Santo. Jesús nos enseña que ser sus seguidores y seguidoras, significa reconocerlo y aceptarlo como Maestro de Vida; reconocerlo como Aquel que disipa nuestras cegueras, permitiéndonos ver la realidad en que vivimos y tomar conciencia de los desafíos que esta realidad nos presenta. Uno de esos desafíos es la tendencia humana a vivir en la hipocresía, aparentando lo que no somos. Unido a este defecto, el otro desafío es corregir la tendencia a mirar los defectos de los demás, antes que los nuestros, cuando en ocasiones nuestros defectos, pueden ser peores que los de los demás.
Para vencer estas malas costumbres, el Señor nos interpela con fuerza, a que antes de criticar la vida del prójimo, miremos primero nuestro propio comportamiento con sentido autocritico, de modo que identifiquemos y saquemos la viga que tenemos en nuestros ojos, antes de decirle al vecino que saque la pelusa que él tiene en los suyos.
El objetivo que Jesús busca en nosotros, es que todo nuestro comportamiento, de palabra y obra, refleje nuestros pensamientos, criterios e intenciones y comuniquemos así lo que abunda dentro de nosotros, porque igual como de la abundancia del corazón habla la boca, así también, nuestras acciones y comportamientos, nacen y se alimentan de los valores y criterios que atesoramos en nuestro corazón. ¿Qué temáticas son las que vienen a mis labios más recurrentemente transformándose en murmuración? ¿Qué tipo de comportamientos y reacciones son los que tiendo a tener con más frecuencia en mis relaciones humanas?
La Palabra de Jesús, hoy, nos llama a seguirlo llevando una vida comprometida radicalmente con su estilo de vida, fieles al amor, la verdad, la justicia, la paz y la solidaridad para mejorar nuestra calidad de vida social, formando familia, comunidad, amistad, fraternidad. En medio del mundo actual enfermo no solo de Covid 19, sino también por diversos focos de violencia, corrupción, hipocresía, abusos e insensatez; nuestra misión como cristianos católicos es dar testimonio de que es posible mejorar nuestra calidad de vida, viviendo motivados por amor. Pero esto significa tomar en serio la palabra y la vida de Jesús que nos llama a dejar de ser mediocres y a ser autocríticos para identificar y mejorar nuestros defectos, porque la falta de autocritica y la mediocridad son dos grandes obstáculos que nos impiden abrimos a la voluntad de Dios para permitir que su Reino venga a nosotros de manera real y objetiva.
Fray Miguel Ángel Ríos OP
Santiago de Chile