Filipinas y la Provincia de San Agustín

Origen de los lazos

La visita del Maestro de la Orden fray Gerard Timoner III a nuestra Provincia y el inicio de las celebraciones por el Tercer Centenario de su creación nos recuerda la relación que nuestra entidad ha tenido con Filipinas a lo largo de sus tres siglos de historia.

Monseñor Juan Manuel Mercadillo y Patiño OP
(La Puebla de Almoradiel 1643 – Córdoba del Tucumán 1704)

A inicios del siglo XVIII nos encontramos con la figura de este fraile dominico español, obispo de Córdoba del Tucumán entre 1694 y 1704. A los 16 años profesó en el convento dominico de la ciudad de Salamanca, y en la Universidad de esa ciudad se graduó como Maestro en Teología.

En 1665 marchó a Filipinas, donde misionó entre los tagalos en Bataan y Zambales. Fue rector de la Universidad de Santo Tomás de la ciudad de Manila, la más antigua del Extremo Oriente, donde enseñó teología y filosofía. Fue también Definidor de la Orden en Filipinas.

El 7 de agosto de 1694 fue presentado como candidato al obispado del Tucumán, y el papa Inocencio XII lo nombró para el cargo el 8 de noviembre de ese año. Consagrado obispo en Madrid en noviembre de 1695, dedicó los siguientes dos años a reunir los elementos y el dinero necesario para el largo viaje, antes de embarcarse hacia América en abril de 1698, llegando a su sede en Santiago del Estero recién en junio de 1699.

Llevaba la misión expresa de trasladar la sede de la diócesis del Tucumán de Santiago del Estero a la ciudad de Córdoba y de construir la Catedral de la ciudad, sobre las ruinas de la Iglesia Matriz, ya derrumbada. Para ello, el cabildo catedralicio había reunido treinta mil pesos de plata para la construcción. Su predecesor en el cargo, Juan Bravo Dávila y Cartagena, había logrado la autorización real y papal para el traslado, pero había fallecido en 1690 sin haberlo iniciado. 

Los vecinos de Córdoba habían hecho enormes donaciones de ganado vacuno y mular, que había sido vendido en la ciudad de Salta; la razón de esa generosidad era que el traslado de la sede diocesana aseguraba también que la capital de la gobernación del Tucumán se estableciera definitivamente en Córdoba.

Tras un sínodo de toda su diócesis, celebrado en octubre de 1700, ordenó iniciar el traslado de su sede episcopal a Córdoba; debió enfrentar las quejas y reclamos de los vecinos de Santiago del Estero, pero la mayor riqueza de la ciudad de destino logró vencer todas las resistencias. Apenas llegado a Córdoba, ocupó una casa frente a la plaza principal, junto a la
cual ordenó instalar el seminario diocesano, bajo el patrocinio de Santo Tomás de Aquino. Interinamente instaló como catedral la Iglesia de Santa Catalina de Siena, mientras se iniciaba la obra de la Catedral.

Decidió en 1700 la erección de una nueva universidad de Córdoba, regenteada por los dominicos, que duró 2 años. También apoyó la creación de una nueva Provincia dominicana separada de Chile. Dedicado a la construcción del palacio episcopal que había llegado a ser una mansión de quince habitaciones en dos pisos, en la actualidad permanece en pie el pórtico, conocido como el Oratorio del Obispo Mercadillo, frente a la plaza central de la ciudad de Córdoba.

Falleció en la ciudad de Córdoba el 17 de junio de 1704. Sus restos descansan en el convento de Santo Domingo de la ciudad de Córdoba; sin embargo, la iglesia fue reedificada enteramente tres veces, por lo que sus restos aún no se encontraron.

Esteban Luis Mateo Sampzon
(Malabon, Filipinas 1756 – Buenos Aires, Argentina 1830)

Es otra personalidad filipina relacionada con la Orden y Córdoba a inicios del siglo XIX. La obra del escultor filipino es relevante en el arte colonial del Virreinato del Río de la Plata.

Esteban Sampzon nació en Malabon, Filipinas. Se conserva una partida de nacimiento con su nombre en la parroquia de San Bartolomé de Malabon. Se casó con Bernardina Hidalgo con quien tuvo varios hijos. 

En el año 1780 ya está en Buenos Aires, trabajando como tallista para el Convento de Santo Domingo de esa ciudad. No se conoce de qué manera y por qué razones llegó al Río de la Plata, probablemente viajó en el galeón de Manila como tantos otros filipinos que llegaban a América. Esteban luego de casarse con Bernardina se va a vivir a Córdoba entre 1787 y 1807 contratado también por la Orden Dominicana. En 1788 sufrió un agravio y arresto por parte del alcalde de segundo voto de Córdoba, Francisco Antonio González. 

Este hecho lo llevó a iniciar un juicio ante la Real Audiencia de Buenos Aires solicitando desagravio y reparación económica. Probablemente la honra pública y el buen nombre eran importantes en su trabajo como escultor, creador de imágenes sacras y proveedor de la Iglesia. En las actas judiciales se lo caracteriza como Indio de la China, una forma de aludir a su origen filipino. En el ámbito de la sociedad jerárquica colonial, su origen racial constituye el núcleo alrededor del cual gira el alegato, tanto para el alcalde que justifica su castigo en la pertenencia a las castas de Sampzon, como por parte del abogado defensor que invoca los derechos que le asisten por las Leyes de Indias. Sampzon fue resarcido económicamente y su honra quedó a salvo, durante el pleito declaró también ser Alférez del Batallón de Mestizos. Los años finales de su existencia los pasó entre las ciudades de Córdoba y Buenos Aires. Finalmente, cuando la enfermedad y la ceguera le impidieron continuar trabajando vendió algunas de sus propiedades y falleció en Buenos Aires alrededor del año 1830.

El estilo de este escultor se entronca con la tradición iconográfica española de Juan Martínez Montañés y otros maestros del Barroco. En sus obras se conjugan el espíritu ascético de la imaginería española con una cierta placidez facial y el tratamiento rítmico en el tallado de las costillas, resoluciones propias de los talleres «chino-filipinos» del siglo XVII. Su arte mantiene en el Río de la Plata la teatralidad barroca en la época del Neoclasicismo. Héctor Schenone resalta el tratamiento realista de la anatomía, un rasgo singular para ese período, y lo considera el escultor más creativo de la colonia en el Río de la Plata. Según sostiene Schenone, la obra más original de Sampzon, junto al Santo Domingo Penitente del Museo Fernández Blanco, es el Cristo de la Buena Muerte de Villa Reducción en la provincia de Córdoba. Una figura de gran realismo y tamaño mayor que el natural, con brazos móviles que estaría reproduciendo un modelo gótico del siglo XIV, lo que le da una rareza excepcional en el arte colonial de los confines de América del Sur.

Algunas de sus esculturas importantes en Argentina:

  • Cristo de la Paciencia y la Humildad: Basílica de La Merced, Buenos Aires (siglo XVIII)
  • Santo Domingo Penitente: Museo Fernández Blanco, Buenos Aires (c. 1800)
  • San Jerónimo: Museo Juan de Tejeda, Córdoba (c. 1800)
  • Los cuatro Evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan): Catedral de Córdoba, Córdoba (c. 1805)
  • Santo Domingo de Guzmán: Iglesia de Santo Domingo, Córdoba (siglo XVIII)
  • San Francisco de Asís: Iglesia de Santo Domingo, Córdoba (siglo XVIII)
  • Santa Catalina de Siena: Iglesia de Santo Domingo, Córdoba (siglo XVIII)
  • Cristo Crucificado: Iglesia de Santo Domingo, Córdoba (siglo XVIII)
  • Cristo de la Buena Muerte (atribuido): Iglesia de Villa Reducción, provincia de Córdoba (siglo XVIII)
  • Cristo de Renca (atribuido): Iglesia de Renca, provincia de San Luis.

Fray Manuel Fortea Soler OP
(1905 -1969)

Este aragonés gobernó la Provincia entre los años 1960 a 1963. Entre los proyectos que encaró durante su mandato fue la construcción de una Casa de Estudios provincial. Inspirado por la obra realizada en La Tourette por el célebre arquitecto francés Le Corbusier para la Provincia de Lyon, viajó especialmente a Francia donde adquirió los planos del edificio.

Estos inspiraron al arquitecto Rodolfo Berbery al diseño del edificio con sede en el Cerro de la Rosas en Córdoba, en el terreno donado por María Luisa Saavedra Zelaya de las Carreras. Esta Casa tenía como objetivo ser un centro internacional de formación en donde se integrarían estudiantes de otras provincias, entre ellos filipinos. Lamentablemente por distintas circunstancias este proyecto no se concretó.

La presencia y visita de un Maestro de la Orden de origen filipino en el siglo XXI, en el contexto de la celebración del Tercer Centenario de la Provincia, constituye pues un hito más de nuestra relación secular como Orden, con esa nación y expresión de su universalidad que trasciende espacio y tiempo.

 

 

 

 

Fray Juan Pablo Corsiglia OP
Córdoba

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