Un signo exterior de la oración de los fieles, común a todas las tradiciones eclesiales y culturales cristianas, es el gesto de encender una lámpara que acompaña espiritualmente la intención de oferente y eleva la plegaria hasta Dios. Así como el aceite de la lámpara o la vela se consume en brindar luz y calor, la oración de los fieles se dilata y alcanza la presencia de Dios, llevada místicamente en las manos de los santos y los ángeles, que interceden por nuestras intenciones.
Es tradicional para nosotros encender velas para acompañar nuestra plegaria. Ahora, ofrecemos la posibilidad de hacerlo en su nombre, orando y uniéndonos espiritualmente a las intenciones que desee confiarnos. Nos comprometemos a colocar esa lámpara al pie del Santísimo Sacramento, elevando a Dios, por medio de la oración personal y comunitaria, devocional y litúrgica, sus intenciones junto a las nuestras. ¡Oremos juntos y unos por otros! ¡Ahora más que nunca, la solidaridad en la oración se nos impone a todos!
Para encender la vela y solicitar una oración por la intención, es necesario hacer click en el botón más abajo. Una vez realizada la operación, se te redireccionará a un formulario privado para cargar los detalles de la intención.
Desde tiempos inmemoriales, la Iglesia orante ha tomado las intenciones de sus fieles y las ha hecho suyas, en la oración personal y comunitaria, devocional y litúrgica de los ministros, de los religiosos, en parroquias y claustros. La súplica confiada en la necesidad, las alegrías cotidianas y aniversarios especiales por los que los fieles agradecen a Dios unen a la familia y la comunidad local y espiritual, a las naciones y a la Iglesia, en la plegaria común y el sacrificio de alabanza. Asimismo, la Iglesia ha extendido en el tiempo y el espacio, en la oración litúrgica y en la celebración del sacrificio eucarístico, la memoria de los fieles difuntos, pidiendo por su eterno descanso.
Cada Celebración eucarística, aun la que se ofrece por una intención en particular, tiene un valor infinito que nace del sacrificio redentor de Jesucristo en la cruz, y alcanza a todos los hombres, de todos los tiempos y lugares. Al mismo tiempo, la ofrenda de un estipendio con su intención, es un medio por el cual el fiel católico contribuye al mantenimiento de los ministros de la Iglesia.
Junto a esas intenciones, y precisamente para continuarlas, la Iglesia ha recibido el estipendio necesario para el sustento de sus ministros, el apoyo necesario para su misión apostólica y el sostenimiento del culto litúrgico de templos y conventos. “Ofrecer una misa” en una tradición muy antigua y apreciada en la Iglesia, en la que los fieles, guiados por el sentido de la fe y la caridad, aportan al sacrificio eucarístico una ofrenda económica, que antiguamente era en especie, y así, participando directamente en su realización, obtienen más gracias y más abundantes frutos espirituales, aún sin estar presentes físicamente en la celebración sacramental.
Esta ofrenda, que se llama estipendio, no es un acto mercantil, por el cual uno compra o adquiere la salvación, la salud, la felicidad, para uno mismo o para otros, sino una ofrenda económica que equivale al aporte necesario para la efectiva celebración eucarística. Así, con el estipendio se asegura la disponibilidad y formación de los ministros; los elementos necesarios para la celebración como los libros, vasos sagrados y ornamentos; los recursos como electricidad, velas, agua, pan y vino. Además, contribuyendo a la subsistencia material de los ministros, se hace patente también la solidaridad y comunión entre Cristo, y su Iglesia, los vivos y los difuntos.
Desde hace más de doscientos años, en la Basílica de N. Señora del Rosario de la Defensa y Reconquista de Buenos Aires, los frailes dominicos, celebramos el sacrificio eucarístico por las intenciones de los fieles de la urbe y de la patria toda. Por este medio, abierto al mundo, ofrecemos la posibilidad de celebrar la Santa Misa por las intenciones que Ud. guarda en su corazón, en la celebración diaria de los frailes del Convento San Pedro Telmo.
Para solicitar la Misa por intención única es necesario hacer click en el botón más abajo. Una vez realizada la operación, se te redireccionará a un formulario privado para cargar los detalles de la intención.
Llamamos así a la celebración de una misa diaria durante treinta días consecutivos por el alma de un mismo difunto. Se atribuye a san Gregorio Magno el haber extendido esta práctica. Se sabe que hizo celebrar estas misas por un monje de su monasterio llamado Justo, que había fallecido poco después de haber faltado a la pobreza. Según cuenta él mismo, al terminar los treinta días, el monje se apareció a los hermanos, dándoles a conocer que había sido liberado del purgatorio después de la celebración de las treinta misas. (Diálogos 4, 57: “Ve, por lo tanto, y desde hoy, durante treinta días seguidos, asegúrate de ofrecer por él el sacrificio, de modo que no haya ningún día en que no se inmole la víctima salvífica por su absolución”).
Para asegurar que las treinta misas sean celebradas en en treinta días consecutivos por la misma intención, a veces el sacerdote le pide a otro que lo haga si, por alguna razón, él mismo no puede celebrarlas. Esto es más fácil de asegurar en una comunidad religiosa como la nuestra en la cual hay varios miembros que son sacerdotes. Las Misas Gregorianas se celebran únicamente por los difuntos. Pueden ser celebradas en cualquier iglesia o altar, y no es necesario que se empleen los formularios del Misal correspondientes a una Misa de difuntos.
Para solicitar las Misas gregorianas es necesario hacer click en el botón más abajo. Una vez realizada la operación, se lo redireccionará a un formulario privado para cargar los detalles del difunto o difunta.
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