Del Evangelio según San Marcos (14, 55- 65).
Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus testimonios no concordaban.
Algunos declaraban falsamente contra Jesús: «Nosotros lo hemos oído decir: «Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre»». Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones.
El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús: « ¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?». Él permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente: « ¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?». Jesús respondió: «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo». Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó: « ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?». Y todos sentenciaron que merecía la muerte.
Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían: « ¡Profetiza!». Y también los servidores le daban bofetadas.
Palabra del Señor.
«Los padecimientos de Jesús han tomado un forma histórica concreta por el hecho de haber sido «reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas» (Mc 8, 31), que lo «entregaron a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle» (Mt, 20, 19)»
CIC, 572