Breve historia
Antonio Pierozzi (el diminutivo se le dio por su grácil físico) nace en Florencia (Italia) en 1389. Conquistado por ja palabra austera del beato Juan Dominici, que promovía , reforma querida por el beato Raimundo de Capua, fue recibido en la Orden de Predicadores, « para el futuro convento de Fiésole », en 1405 a los dieciséis años en el convento ge Santa María Novella de Florencia. Hizo el noviciado en Cortona y recibió su formación en el centro de la reforma, en el convento de Fiésole, ya en construcción, siendo así el primer hijo de este convento. Ordenado presbítero en 1413 ya se distinguía por la austeridad de vida, prudencia y doctrina y por ello ocupó cargos de gobierno inmediatamente en Foligno, Cortona, Fiésole, Nápoles, Roma y Florencia. En Roma fue auditor de la Rota y notable maestro de derecho canónico. Fue vicario general de la reforma italiana de 1437 a 1447.
Con la munificencia de Cósimo de Médici se edificó el convento de San Marcos en Florencia (1435) y, siendo Antonino su prior, (1436-1444) el beato Angélico decoró las diversas dependencias y allí se fundó la primera biblioteca abierta al público en Europa (1443). Participó en el concilio de Florencia (1445) y después fue nombrado arzobispo de Florencia (1446) por Eugenio IV, reconociendo en él su sabiduría y prudencia por las que era llamado comúnmente: «Antonino el de los consejos. » Durante su priorato en San Marcos, desde 1439, había empezado la redacción de sus principales obras: la famosa, primera en su género, Suma de Teología Moral, sumamente practica y Las crónicas.
Siendo arzobispo de Florencia no cambió en nada su tenor de vida anterior. Lleno del carisma del buen pastor fue un óptimo obispo: presente siempre con solicito cuidado, atento con los pobres, especialmente con los pobres vergonzantes para los que constituyó la asociación « Sociedad de hombres buenos de San Martin »; hacía mucha beneficencia; privándose incluso de lo necesario para él mismo; fue severo pero moderado reformador del clero; fue pastor y catequista pero principalmente predicador.
Murió el 22 de mayo de 1459 y su cuerpo incorrupto venera en San Marcos de Florencia. Fue canonizado por Adriano VI el 31 de mayo de 1523.
Liturgia de las horas
Del Común de pastores.
Invitatorio
Ant. “Venid, adoremos a Cristo, pastor supremo, aleluya.
O bien, especialmente con canto: ant. Adoremos a Cristo, gran sacerdote. * En la fiesta del santo obispo Antonino, aleluya.
Oficio de lectura
Himno
Disipa la luz brillante,
de los milagros y vida
de Antonino, obispo santo,
la oscuridad del pecado.
Fue de nívea pureza,
llena de luz su doctrina,
de obispo y pastor dechado,
claro espejo de virtudes.
Pobre, a los pobres amaba,
con amor los socorría;
audaz fue con los malvados,
con los humildes benigno.
Entro en los Predicadores
eligiendo entre los otros,
para entregarse al estudio,
y santificar su vida.
A Dios Padre sea la gloria,
junto con su único Hijo,
y así al Espíritu Santo
ahora y por todos los siglos. Amén.
Segunda lectura
De los Sermones de san Antonino de Florencia, obispo
(Cod. ms. 308, ff. 126-128, Bibl. Ricardiana, Firenze)
Cristo crucificado en el árbol de la vida produce el fruto de la salvación
Dice san Juan en el Apocalipsis: Me mostró el Señor que a ambos lados del río crecía un árbol de la vida. (Ap 22, 2) Ese árbol de la vida es Cristo crucificado, del cual se dice que esta a una y a otra parte del río, ya que los padres del antiguo y nuevo Testamento también se han salvado por él. Y el mismo Dios, como se expresa en esa figura, ofrece en la cruz frutos universales producidos por ese árbol para la salvación del género humano.
Podemos considerar cuatro de esos frutos con relación al género humano.
El primer fruto es ser precio de nuestra redención, porque como dice Ambrosio: fue tan grave nuestro pecado, que no podríamos alcanzar su redención si el unigénito Hijo de Dios no hubiera muerto por nosotros pecadores. Y la razón es porque la culpa del género humano era infinita, tanto por parte de aquel a quien se ofendió, como por parte del bien de que se nos privé, como por parte de la naturaleza que se corrompió. Por eso fue necesario que el Señor sufriera la pasión por los pecados. Es lo que san Pedro afirma: Os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha (1P 1, 18)
El segundo fruto es el privilegio del amor divino. Los hombres se mueven mas eficazmente al amor mediante regalos y cuanto mayor es el regalo, mayo! es el amor, como se dice en la Escritura: A quien más fue perdonado, amará más. (Lc 7, 42-43) Por otra parte, también se considera mayor y mejor regalo que, teniéndole mas aprecio, sin embargo se ofrece en regalo y es claro que entre las cosas que en primer lugar se aman —después de lo primero que debe ser amado: Dios— es sin duda el bien de la vida misma. Por tanto quien da la vida por un amigo le hace el mayor regalo posible, según dice Bernardo: « Oh buen Jesús, el cáliz que has bebido es tu pasión y es esto lo que por encima de todo te hace digno de mi amor.»
Tercer fruto es ser escudo de nuestra defensa. Antes de la pasión de Cristo muchos cayeron en la idolatría y no podían oponer resistencia al diablo. Después de la pasión de Cristo el enemigo ha quedado debilitado hasta el punto de que nadie puede ser derrotado por él, o sucumbir ante él si uno no lo quiere. Es lo que dice san Gregorio: Débil es nuestro enemigo, que no vence sino a los que quieren ser vencidos. Y este fruto lo hemos obtenido por medio dela muerte de Cristo, por eso dice: Ellos lo vencieron con la sangre del Cordero. (Ap 12, 11) Esta sangre debe estar sin duda mediante la fe ante los ojos de los fieles, fortaleciéndolos para el combate, según se dice: Recordad al que soporto la oposición de los pecadores y no os canséis ni perdáis el ánimo. (Hb 12, 3)
Cuarto fruto es el rango de la exaltación que hemos tenido. Una ciudad se enorgullecería en gran modo si de ella fuera escogido un emperador que rigiera el mundo entero, o un sumo Pontífice que rige la Iglesia universal. En este sentido es grande la dignidad de la naturaleza humana porque Cristo, mediante su muerte que soportó en la misma naturaleza humana, adquirid un nombre que esta sobre cualquier otro nombre, como dice la Escritura: Por cual Dios lo levantó sobre todo y le concedió el nombre-sobre-todo-nombre. » (Flp 2, 9) Y además con esta misma naturaleza con la que sufrió vendrá también a juzgar a todas las criaturas según aquello: Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime, que los que creen en él reciben por su nombre el perdón de log pecados. (Hch 10, 42-43)
Responsorio Col 3, 42
R. Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba donde esta Cristo sentado q la derecha de Dios. * Aspirad a los bienes de arriba no a los de la tierra, aleluya.
V. Porque habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. * Aspirad a los bienes de arriba no a los de la tierra, aleluya.
Otra:
Del Prólogo a la Suma de moral de san Antonino de Florencia, obispo
(Summa Theol., P. I, t. I, Veronae 1740 Graz 1959] col. 1-3)
El mundo creado nos enseña la sabiduría no sólo de cosas divinas, sino también de lo que debemos practicar
¡Cuántas son tus obras, Señor! Todas las hiciste con sabiduría; la tierra está llena de tus criaturas. (Vulgata: possessione tua; Sal 103 (104), 2) El salmista contempla ensimismado la majestad divina y, Ileno de admiración por la grandeza de la bondad de Dios, manifestada en sus obras, se dirige en su exclamación al mismo Dios. En este texto se hace referencia a la Santísima Trinidad, cuya ayuda debemos pedir y siempre esperar para que nos conduzca en nuestras buenas obras, que siempre son obra suya, a un final feliz. Efectivamente, ya Platón dice que sin el ser supremo ni la naturaleza subsistiría, ni la razón entendería, ni ninguna acción se llevaría a cabo y, si no se cuenta con él, tampoco nada tendría origen.
En primer lugar aquí se insinúa un admirable poder, que se atribuye al Padre y esto se dice en las palabras: ¡Cuántas son tus obras, Señor! Por la alusión a la excelente sabiduría se habla del Hijo: todo lo hiciste con sabiduría. Por la alusión a la gran benevolencia que Dios ha tenido con nosotros se alude al Espíritu Santo: Llena está la tierra de tu poder (tus criaturas).
En cuanto a lo primero sobre el admirable poder manifestado en la creación ya se expresó Mardoqueo diciendo: Señor, Rey todopoderoso, en cuyo poder está todo. Tu creaste cielo y tierra y las maravillas todas que hay bajo el cielo. (Est 13, 8-9) Aquí se muestra el poder máximo atribuido al Padre, que hizo todas las cosas de la nada, y no como un artífice que actúa sobre una materia preexistente.
En segundo lugar ya en la Escritura se afirma: Manantial de la sabiduría es la Palabra de Dios en las alturas. (Si 1, 5: Vulgata) Todo fue hecho por ella. (In 1, 3) El Verbo, Hijo de Dios es como un arte del Padre omnipotente por el cual y en el cual, como suma y Optima norma, hizo todas las cosas: Todas las hiciste con sabiduría. Y porque es propio del sabio establecer un orden, por ello reside aquí la razón de por qué todas las cosas han sido hechas con un orden sumo y todo se mantiene en el lugar que le corresponde. En esto se muestra la hermosura del universo y se ve que el mundo esta regido por la divina providencia. Efectivamente, todo lo ha hecho con sabiduría. Se puede decir ante todo que el mundo universo es como un libro, escrito por dentro y por fuera, en el que se nos enseña la sabiduría, no sólo respecto al conocimiento de las cosas divinas, a la que se refiere san Pablo: Desde la creación del mundo sus perfecciones invisibles son visibles para la mente que penetra en sus obras, (Rm 1, 20) sino que también nos instruye con sabiduría en lo que tenemos que obrar, como ya se dice en la Escritura: Pregunta a las bestias y te instruirán; a las aves del cielo y te informarán; a los reptiles del suelo y te darán razones; te lo contarán los peces del mar. (Jb 12, 7)
Dios ha dado órdenes para que todas las cosas creadas cumplan la propia finalidad con la que fueron creadas y nunca la pasan por alto. Las criaturas se comunican unas con otras; la tierra produce frutos y árboles; nada es superfluo, o sin sentido. Las cosas nos proporcionan innumerables enseñanzas para nuestro bien obrar. Es, pues, bien verdad que todas las cosas las hiciste con sabiduría, es decir, también para darnos sabiduría a través de ellas.
En tercer lugar se nos muestra con evidencia la gran benevolencia de Dios para con nosotros, porque, como dice san Agustín, todo cuanto Dios ha hecho con tanta sabiduría, lo ha creado a causa del hombre, Por esto añade a continuación el salmo: la tierra está Ilena de tus criaturas (o de tu poder sobre ella),
Efectivamente, el hombre es en si mismo de tierra, lleva en si mismo la tierra y ha de volver a la tierra, pisa tierra y fue hecho de tierra. A esta tierra, el hombre, Dios la llenó de su posesión. Dios es efectivamente poseedor o dueño de las cosas celestes, terrestres y divinas. Pues bien, de todas ellas ha lle nado la tierra. Efectivamente, ha dado las terrenas para uso del hombre: Todo lo sometiste bajo sus pies. (Sal 8, 7). Las celestes, poniendo a los Ángeles al servicio del hombre, como se dice: ¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación? (Hb 1, 14) Y las divinas: ¿hay alguna otra cosa que Dios posea es mayor agrado que su mismo Hijo? Pues bien, el hombre mismo ha sido llenado de Dios cuando: La Palabra se hizo carne (Jn 1, 10) y cuando: Tanto amó Dios al mundo (se refiere al hombre también, ya qué es un mundo en miniatura: un microcosmos) que entregó a su Hijo único. (Jn 3, 16) Por tanto bien abiertamente se puede afirmar: La tierra está Ilena de tus criaturas (o de tu poder). (Sal 103, 24)
Responsorio Sal 103, 24; Pr 3, 9
R. ¡Cuántas son tus obras, Señor! Todas las hiciste con sabiduría. * La tierra está llena de tus criaturas, aleluya.
V. El Señor cimentó la tierra con sabiduría y afirmó el cielo con inteligencia. * La tierra está llena de tus criaturas, aleluya.
Laudes
Himno
Doctor insigne, obispo venerable,
La grey de fieles y de sacerdotes,
de corazón te invoca como a padre:
su himno recibe.
Tu que fuiste pastor de dos rebaños,
a ambos presta ayuda con tus preces,
al gran Rey ya presenta sus deseos
en su palacio.
Haz que nuestras costumbres sean honestas
que brille la pureza en nuestras almas,
que todos cultivemos las virtudes,
gracias a Cristo.
Del Señor, te rogamos, nos consigas
un gran amor a la gracia del cielo;
y en el favor de Dios ya confiamos
se nos conceda.
Honor y loa al Padre e igual al Hijo,
poder y majestad para ambos sean;
y con su Espíritu llenan el orbe
de su presencia. Amén.
Salmodia
Ant. 1 Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que me hizo capaz, se fio de mí y me confió este ministerio, aleluya.
Ant. 2 Eligió el Señor a este siervo suyo para pastorear su heredad, aleluya.
Ant. 3 Yo pastorearé mis ovejas: buscaré a la perdida, devolveré al redil a la descarriada, aleluya.
Lectura breve 1Ts 2, 2b-4
Tuvimos valor, apoyados en nuestro Dios, para predicaros el Evangelio de Dios en medio de gran oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dio, nos ha probado y nos ha confiado el Evangelio y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestras intenciones.
Responsorio breve
V. En la asamblea le da la palabra. * Aleluya, aleluya.
R. En la asamblea le da la palabra. * Aleluya, aleluya.
V. Lo llena de espíritu, sabiduría e inteligencia.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En la asamblea le da la palabra. * Aleluya, aleluya.
Benedictus
Ant. Yo elegiré para mí un sacerdote fiel, que obre según mi corazón y mis deseos; le edificaré una casa permanente y caminara siempre en mi presencia, aleluya.
O bien, especialmente con canto: ant. Fue grande en la humildad, rico en la pobreza; ángel en el cuerpo; oh bienaventurado Antonino, te pedimos humildemente que ruegues por nosotros. Aleluya.
Preces propias, o del Común de pastores.
Oración
Oh Dios, que hiciste al bienaventurado obispo Antonino insigne por su don de sabiduría; te pedimos con humildad que infundas en nosotros tus hijos el espíritu de inteligencia, de verdad y de paz paré que, conociendo con sinceridad lo que te es grato lo realicemos con todas nuestras fuerzas. Por nuestro Señor Jesucristo.
Vísperas
Himno
Eres eterna luz y norma del tiempo,
dispensador benigno del bien del mundo,
tu das el premio a los invictos soldados,
que tras de ti caminan llenos de gloria.
Celebrando en fiesta a tu santo obispo,
devotos a ti cantamos alabanzas,
en él nos invitas a que, con su ayuda,
merezcamos llegar al triunfo del cielo.
Te pedimos ahora, oh santo obispo,
aboga ante Dios para que nos perdone
cuando estemos enzarzados al pecado,
y aumente en nosotros su gracia perenne.
Loa, honor, poder y jubilo sean
al Padre, al Hijo y al Espíritu:
Dios que reina como Uno y la vez Trino,
cuyo reino dura por siglos y siglos. Amén.
Salmodia
Ant. 1 Era padre de los pobres, ojos para q ciego y del cojo los pies, aleluya.
Ant. 2 Estando ya en la agonía dijo lleno de gozo: el servir a Dios es ya reinar, aleluya.
Ant. 3 Fue grande en la humildad, rico en la pobreza; ángel en el cuerpo, aleluya.
Lectura breve Col 1, 9-12
Desde que nos enteramos de vuestra conducta, no dejamos de rezar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual. De esta manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificaréis en toda clase de obras buenas y aumentara vuestro conocimiento de Dios. El poder de su gloria os dará fuerza para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría, dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Responsorio breve
V. Llevaba en su boca una doctrina auténtica. * Aleluya, aleluya.
R. Llevaba en su boca una doctrina auténtica. * Aleluya, aleluya.
V. Y en sus labios no se hallaba maldad.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Llevaba en su boca una doctrina auténtica. * Aleluya, aleluya.
Benedictus
Ant. Jefe en la fe, hombre de conejos, modelo de sacerdotes, luz para tu ciudad; practicaste lo que enseñabas; ruega por nosotros a Dios, aleluya.
O bien, ant. Te ensalza el coro de las vírgenes, te alaba el grupo de los doctores, todos a una los prelados santos ensalzan a este obispo. Oh bienaventurado Antonino, míranos siempre con amor de padre, cuantos también te alabamos, aleluya.
Preces propias, o del Común de pastores.
Oración
Oh Dios, que hiciste admirable al bienaventurado Antonino por el don de consejo; concédenos, por su intercesión, a Cuantos caminamos en las tinieblas de la vida que, iluminados con la luz del cielo, sepamos cómo debemos actuar en este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo.