Amor de San José al prójimo
Amor a Jesús
Para conocer cómo fue la manera de amar de San José, lo primero que tenemos que hacer es mirar cómo era el amor de Jesús por los demás. Porque las formas concretas del amor de Jesús las aprendió del amor de su “padre” humano. San José fue el que formó el corazón humano del Hijo de Dios.
El respeto con que Jesús trataba a todos, la compasión que lo llevaba a ocuparse de ellos, los aprendió de José. La parábola del hijo pródigo y el padre misericordioso, seguramente se inspira en las actitud4es de José. “Jesús vio la ternura de Dios en José”, dice el Papa en su carta. La manera en que Jesús habla de la ternura del Padre nos hace acordar a los dichos del profeta Oseas (11,3-4): “era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas”. Cuántas veces habrá recibido de José ese cariño de padre…
José no es una persona que figura en primera línea; es, más vale, un “padre en la sombra”. Porque entendió que no era bueno acaparar a “su hijo”: el amor posesivo no da felicidad. José ama Mucho a Jesús, pero no le quita la libertad; el episodio de Jesús entre los doctores del templo lo demuestra. José no se pone en el centro de la escena; el centro es para Jesús.
Amor a María
José ama a María con amor de enamorado. Y cuando observa su embarazo no deja de amarla. No quiso acusarla; prefirió desaparecer antes que dañar la fama de su amada. En un mundo que ejerce cada vez más violencia contra las mujeres, el amor de José es un testimonio muy valioso de lo que puede hacer el Evangelio en el corazón del hombre.
Amor a su familia
José aparece en el Evangelio como el padre de familia capaz de jugarse por ella en todas las circunstancias. Cuidó a los suyos en el penoso viaje a Belén. Buscó solución a la falta de albergue para el nacimiento de Jesús. Improvisó un largo viaje a Egipto ante la persecución… No se resigna pasivamente ante las dificultades. Su amor es valiente, fuerte y creativo para cuidar a los suyos.
Amor a todos
Porque amó a todos, se jugó siempre por Jesús, sabiendo que el destino de la humanidad estaba en sus manos. José conoció todas las dificultades de la vida: el desconcierto ante el embarazo de María, las penurias del largo viaje hasta Belén, la persecución de Herodes, la marginalidad como extranjero en Egipto, la pobreza y el trabajo duro como artesano, la angustia de perder a Jesús en la peregrinación a Jerusalén.
También conoció todas las alegrías de la vida familiar. Esta experiencia de vida seguramente lo hizo también muy sensible a las necesidades y al sufrimiento de las personas que Dios puso en su camino. Así podemos imaginar su bondad, su generosidad, su comprensión y solidaridad con todos.
Que este gran hombre nos inspire para ser también nosotros reflejo del amor de Dios Padre para nuestros hermanos.
Mons. Fray José María Rosi OP
Obispo de la Santísima Concepción (Tucumán)
Oración preparatoria
Santísimo Patriarca San José, padre adoptivo de Jesús, virginal esposo de María. Tesorero y dispensador de las gracias, del Rey de la gloria; a ti elijo desde hoy, por mi verdadero Padre y Señor en todo peligro y necesidad, a imitación de Santa Teresa de Jesús. Enséñame a orar, tu que eres maestro de tan soberana virtud, y alcánzame de Jesús y María, que no saben negarte cosa alguna, la gracia de vivir y morir santamente como tú y lo que pido en este triduo si es para mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
Oración propia del día
Los ejemplos de amor al prójimo que veía el Santo, en Jesús y María, bastaban para inflamarlo en este amor. La prueba más grande de amor es orar y perdonar a los que quieren nuestro mal o nos han hecho daño. Dotado el Santo de un corazón noble y compasivo, socorría con larga mano a los menesterosos, repartiéndoles sus bienes y salario. ¡Oh Santo mío! haz que yo te imite, y ejercita tu caridad con mi alma, que está muy necesitada.
Se rezan siete Padrenuestros, Avemarías y Glorias en honor de San José.
Luego se pide con toda confianza la gracia que se desea alcanzar en este Triduo.
Oración final
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.
Amén.