Breve historia
Luis nació en Valencia de nobles y piadosos padres e1 1 de enero de 1526. A los dieciséis años, contra la voluntad de sus padres, abandona la casa paterna para dirigirse a Santiago de Compostela. De vuelta en casa, por la oposición de sus padres, se le negó la entrada en la Orden que había solicitado, pero aun con eso iba a escondidas a las reuniones del capítulo conventual para oír sus pláticas. Finalmente pudo tomar el hábito el 22 de agosto de 1544 en el convento de Predicadores de Valencia. Se dio con todo entusiasmo a vivir el ideal de la Orden, destacando en seguida por sus penitencias, sus horas de vela ante el Santísimo y por la radiante inocencia de vida. Ordenado presbítero en 1547 era ya una verdadera encarnación de la Vida de la Orden: «Idea factus Ordinis» y ya en 1549 fue nombrado maestro de novicios y estudiantes.
Pero también había heredado de santo Domingo el ímpetu misionero, especialmente en aquellos años de la máxima expansión del apostolado en todo el Nuevo Mundo y por ello pidió ser enviado en 1562 a Nueva Granada, zona de la actual Colombia. Allí permaneció unos siete años predicando con la palabra y el ejemplo y con estrepitosos milagros, llevando eficazmente la luz del Evangelio. Se destacó en esos años por su esfuerzo en procurar la implantación sólida de la fe, desarraigando con eficacia los cultos paganos. No consta de su preocupación social y sí bien claramente de su comportamiento totalmente al estilo de los apóstoles en vida y milagros. También en él, dado su modo de ser, tuvieron mucho influjo los sentimientos de fray Bartolomé de las Casas, como ya notaron sus primeros biógrafos. Renunciando al priorato de Santa Cruz de Bogotá vuelve a Valencia en 1569, dedicándose de nuevo a la actividad de dirección de los novicios, al apostolado directo, a escribir y continuar con gran esfuerzo el camino de la santidad en el «temor» de Dios. Tuvo correspondencia con santa Teresa de Jesús y la animó en su reforma, ya que el mismo san Luis era un fraile «reformado». Fue amigo entre otros de san Juan de Ribera, arzobispo de Valencia. Fue varias veces prior y la última del Real Convento de Predicadores en 1575. Murió en este convento el 9 de octubre de 1581. Su cuerpo que se veneraba en Valencia fue quemado en la guerra de 1936. Es patrono de los novicios dominicos. Fue beatificado por Paulo V e1 19 de julio de 1608 y canonizado por Clemente X el 12 de abril de 1671. Alejandro VIII lo nombró patrono principal de Colombia en 1690.
Liturgia de las Horas
Del Común de pastores o de religiosos.
Invitatorio
Ant. Venid, adoremos a Cristo el Señor, Sumo y Único Sacerdote.
O bien, especialmente con canto: ant. Alabemos gozosos al gran Rey inmortal, * junto al cual Luis ya goza de la compañía de los santos.
Oficio de lectura
Himno
Dichoso Luis, que a Domingo
Fuiste dado como ayuda
de su ideal y trabajos:
recibe hoy nuestro canto.
De la luz sembrador eras;
haz que el sol que es Jesucristo,
haga crecer mucho trigo
para el granero del Padre.
Fuiste llevado a los cielos,
participe de su gloria;
con tu intercesión consigue
llevar muchos a su reino.
Asístenos con Domingo
ante Cristo, Juez supremo,
para que, con vuestra ayuda,
no se nos cuente el pecado.
A Cristo sea la gloria
al Espíritu y al Padre,
y con ellos en el reino
su luz eterna gocemos. Amén.
Donde se celebra como fiesta.
Salmodia
Ant. 1 He venido a prender fuego en el mundo: ¡y ojalá estuviera ya ardiendo!
Salmos del común de pastores.
Ant. 2 Yo te haré luz de los gentiles para que seas la salvación hasta el extremo de la tierra.
Ant. 3 No les tengas miedo, porque yo estoy contigo para librarte, oráculo del Señor.
V. El Señor dará a los que anuncian la buena nueva.
R. Una palabra de mucha fuerza.
Primera Lectura
De la primera carta dela apóstol san Pablo a los Corintios 9, 16-21
Me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos
Hermanos: el hecho de predicar no es para mí motivo de soberbia. No tengo más remedio, y ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga, pero si lo hago a pesar mío es que me han encargado ese oficio. Entonces ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación de esta Buena Noticia.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a todos. Con los judíos me he hecho judío para ganar a los judíos; con los que están bajo la ley, como quien está bajo la ley –aun sin estarlo– para ganar a los que están bajo ella. Me hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar o también de sus bienes.
Ya sabéis que en el estadio todos los corredores cubren la carrera, aunque uno solo se lleva el premio. Corred así para ganar. Pero un atleta se impone toda clase de privaciones; ellos para ganar una corona no se marchita; nosotros, en cambio, una que no se marchita. Por eso corro yo, pero no al azar; doy golpes pero no contra el aire; mis golpes van a mi cuerpo y lo tengo a mi servicio, no sea que, después de predicar a los otros, me descalifiquen a mí.
Responsorio
R. Dios por medio de Cristo nos reconcilió consigo. * Nos encargó el servicio de reconciliar.
V. Nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación. * Nos encargó el servicio de reconciliar.
Segunda Lectura
Del Tratado de la dignidad de los apóstoles y predicadores apostólicos de san Luis Bertrán, presbítero
(S. Luis Bertrán, Tratados y Sermones, Valencia 1973, pp. 165-166)
Debemos responder con amor por habernos escogido para oficio tan grande
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros (Jn 15, 12) Este texto del Evangelio es un pedazo de aquel divino sermón que hizo el Redentor a sus discípulos de sobremesa, despidiéndose de ellos para ir a morir. Donde, entre otros consuelos que la divina sabiduría buscó para consolarlos en la tristeza su ausencia, fue uno éste: que se amasen unos a otros porque el amor es un grande consuelo para los afligidos, amándose y amparándose unos a otros. Instituyo el Sacramento para entretenerlos y prometerles la venida del Espíritu Santo, y que rogaré a su Padre por ellos. Y también este remedio, que es amar y hacerse bien unos a otros: porque este amor que pide no es negocio de tan poca importancia que no es el peso de toda la cristiandad. Y así lo pide por muchas razones.
La primera por deuda que se debe dar. Amor con amor se paga. Y pues que yo os he amado tanto que puse mi vida por vosotros, razón es que este amor se me pague con amor. Y éste seré, amándoos unos a otros’.
Y prueba que nos ha amado por otras razones. La primera: Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. (Jn 15, 13) La segunda es habernos escogido para oficio tan grande: Soy yo quien as he elegido y as he destinado para que vayáis, y deis fruto abundante, y vuestro fruto dure. (Jn 15, 16) La tercera fue la promesa: De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo dé. (Jn 15,16) Que vuestra boca será medida. Concluye lo que comenzó: Esto os mando: que os améis unos a otras. (Jn 15, 17) Por tanto que he hecho por vosotros, solo quiero que os améis.
No hay Evangelio donde Cristo tanto persuada al amor como éste, pues tanto nos promete porque nos amemos, y pídelo por deuda, porque se lo debemos por justicia. De justicia sois obligados a amar a vuestro prójimo pues Cristo os ha comprado este amor y dio por él nada menos que el suyo.
Al cabo tres linajes de amistad pone Jesucristo en el Evangelio: el primero el de él a los hombres Y prueba ser esta amistad verdadera y que no le falto hebilleta para ser tal, porque dio su vida, porque descubrió sus secretos, porque no habrá cosa que pidamos que no lo haga como leal amigo, que no sabe negar nada. Y particularmente prueba ser verdadero amigo de sus apóstoles, pues los puso en negocio de tanta importancia, como es salvar almas, fruto que para siempre dura.
El segundo linaje de amistad es de unos a otros, de hombres a hombres. Y este amor y amistad pídela por justicia y obligación, pues para esto nos amó él, para que nos amásemos con verdadero amor y amistad.
El tercer linaje de amistad es de los hombres a Dios y éste resuélvase en que obedezcamos, en que hagamos lo que él nos manda: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo as mando (Jn 15, 14).
Y para entender bien esto es menester entender y notar que hay amistad de superior a inferior, y de igual a igual, y de inferior a superior. Y como la amistad es comunicación de bienes, en estas tres amistades es de diferente manera. La que hay de superior a inferior es hacerles mercedes. Y esto es lo que dice Cristo: Lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. (Jn 15, 16) Yo os di mi vida, mi sangre y un oficio tan alto como es convertir almas. Y entre los iguales es que se comuniquen entre sí, se amen y se socorran. Y esto es lo que dice: Que os améis unos a otros coma ya os he amado. (Jn 15, 12) La que hay del inferior al superior es obediencia y servicio. Y esto es lo que dice: Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. (Jn 15, 14)
Responsorio
R. Mirad a mi siervo a quien sostengo, mi elegido, a quien prefiero. * Sobre él he puesto mi espíritu para que traiga el derecho a las naciones.
V. Le irá bien al hombre si carga con mi yugo desde joven. * Sobre él he puesto mi espíritu para que traiga el derecho a las naciones.
Otra:
De un Sermón de san Luis Bertrán , presbítero
(Del 4O dom. de Adviento, nn. 7, 10, 13, en San Luis Bertrán, Tratados y Sermones; Valencia 1973, pp. 281-283)
Del desierto habéis de salir para ser buen Predicador
Vino la Palabra de Dios sobre Juan en el desierto. (Lc 3, 2) Cometiéronle a san Jua n el negocio de la manifestación de Cristo, que fue ser su Precursor; par a este oficio lo estuvo enseñando todo el tiempo el Espíritu Santo en el desierto, donde hizo tan
áspera penitencia que su cama era la dura tierra, su vestido pieles de camello, y su comida miel silvestre y langostas de los campos; y aquel era su paraíso y su gloria. Mándale Dios, pues, y le dice : Dejad vuestro paraíso y contento, vuestra soledad; salida predicar el Evangelio; dejad mi conversación y salida entender en la salvación de la s almas. ¡Cuánto debe d e querer Dios al hombre, pues por su remedio le manda dejar a sí, que se quede lo que pertenece a su culto y honra por amor del hombre! Está san Juan sirviendo a Dios, elevado entre los coros angélicos: Dejad pues esto; id a servir a vuestros hermanos, predicadles las buenas nuevas del Evangelio.
Esto es lo que a la letra dice el Evangelio: Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. (Mt 5, 23-24)
Tiene a Juan el Espíritu en el desierto porque no conozca a Cristo, ni le vea, por la grandeza del testimonio que ha de dar después; que nunca lo conoció hasta que vio la paloma encima de su cabeza en el Jordán: Yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que has de bautizar con Espíritu Santo. (Jn 1, 33) Allí fue donde oyó la voz del Padre, que lo llamaba Hijo; allí lo está pintando el Espíritu Santo de tantas virtudes: de humildad, de mansedumbre y de las demás, para que salga así hecho sal, para preservar a los hombres de la corrupción de los vicios; luz para alumbrar a los ciegos pecadores; ciudad fuerte donde se acojan los virtuosos y santos.
Grande oficio debe ser este de predicador, pues tal aparejo pide; ¡Qué maravilla, hermanos, que vuestra doctrina no haga fruto, si no salís del desierto a predicar, sino del poblado de vuestra alma, no de buenos vecinos, sino de soberbia! ¡Del desierto debéis de salir para ser buen Predicador!
Si Cristo nuestro Señor pasó toda la noche en oración para solamente enviar a sus discípulos a predicar (Lc 6, 12) y que su predicación hiciese fruto, ¿qué hará el predicador indevoto? Si no salís del desierto, vuestra predicación no hará fruto; y pues •tenéis la voz de Jacob y las manos de Esaú, (Gn 27, 22) aplicad el trabajo para ser buen Predicador; (aplicad la oración, el retiro y la soledad, y si no, no conseguiréis el premio de los buenos predicadores.
Pone Dios a Juan en estado de predicador y éste le costó tanta paciencia. Estado de mano de Dios, penitencia ha de costar; él os dé poner la cruz en que habéis de servir, no la habéis vos de escoger, que aunque la escojáis más pesada, no os salvaréis en ella porque no os puso Dios en ella. A aquel mozo que se ofreció a seguir a la majestad de Cristo: Maestro, te seguiré adonde vayas, (Mt 8, 19) no lo recibió este Señor porque no era para él, aunque tan voluntario se ofrecía a seguirlo en todo.
A los ángeles espanta en el cielo y a los demonios en el infierno la penitencia de san Juan; ver que un hombre, antes santo que nacido, un hombre, que nunca hizo pecado mortal, haga tan grande penitencia. ¿Por qué pecados? No sé por cierto. De donde se sigue qué debe sentir de la justicia de Dios y su rigor el que —sin haber pecado— así se trata; qué sienta de esta vida y de sus regalos. Quien así los deja, no es posible sino que tenía la una oreja a la boca del infierno, con la que oía aquellos gemidos sin consuelo, y la otra puesta en la Bienaventuranza, oyendo aquellos cánticos angélicos, y por no padecer lo uno y por no perder lo otro tal penitencia hace. ¡Cómo debe cavar en el pecho de un santo el pensar de entrar en tela de juicio con Dios! Mira lo que dice san Pablo de sí mismo: La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor. (1 Co 4, 4)
Hay unos que ven el cielo por tela de cedazo; otros por detrás de un tapia; otros cara cara; y ni más ni menos el infierno. Y como lo ven así obran. Gente del mundo: esos soberbios, avarientos y carnales ven el cielo y el infierno, pero están en medio y
por eso no obran, ni trabajan, ni hacen penitencia, ni buscan la virtud. Otros tienen un poco más de cercanía y lo ven por un cedazo: estos son los que hacen algo, pero con tibieza; ven pero lo más de lejos. Pero los santos, dice san Pablo, ven la gloria de Dios cara a cara: Y nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor, y nos vamos transformando de gloria en gloria en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu. (2Co 3, 18) Y por esto hacen lo que hacen, trabajan, buscan la penitencia y la virtud para no perder la gloria que ven y el descanso que esperan. Por eso dice Jeremías: Coloca mojones, planta señales, fíjate bien en la calzada por donde debes caminar. (Jr 31, 21) Pecador, oye al Espíritu Santo, ponte en la atalaya de la consideración, rodeado con la amargura de la penitencia; baja con la consideración al infierno y con esta misma
sube al cielo y de esta suerte fíjate bien en la calzada, procura caminar por el camino seguro y no dar en perdición.
Responsorio Mt 5, 13-14
R. Vosotros sois la sal de la tierra. * Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué la salarán?
V. Vosotros sois la sal del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. * Pero si la sal se vuelve sosa ¿con qué la salarán?
Laudes
Himno
Hoy se alegra nuestra Iglesia,
madre fecunda de santos,
pues de Luis brilla la gloria
como luz de las estrellas.
Desde sus primeros pasos
acepta el yugo de Cristo;
y el fuego del Espíritu
todo su interior transforma.
El Espíritu en él manda
hasta el final de su vida,
llevándolo hacia el triunfo
mediante su penitencia.
Por sus heroicas virtudes
fue la norma de los frailes;
volando al cielo su alma,
ya lo envuelve luz eterna.
A Dios Padre con el Hijo
y al Espíritu de ambos,
alabanza y gloria sean
por los siglos de los siglos. Amén,
Salmodia
Antífona 1
Ser. A El bienaventurado Luis oraba con frecuencia: Dame, Señor que yo muera por ti, como tú te has dignado morir por mí.
Ser. B Estuvo sedienta de ti su alma ya desde la madrugada, suspirando y gimiendo: Oh Dios, tú eres ni Dios.
Antífona 2
Ser. A Me he hecho esclavo de todos para ganar todos a Cristo.
Ser. B Las llamas del homo tuvieron miedo del canto de los jóvenes; también Luis sometió las llamas con sus milagros.
Antífona 3
Ser. A Se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo.
Ser. B Cantad al Señor un cántico nuevo; su alabanza llegue desde los confines de la tierra.
Lectura breve
Me hice todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Responsorio breve
V. El Señor da a conocer * Su victoria.
R. El Señor da a conocer * Su victoria.
V. Revela a las naciones su justicia.
R. Que sois discípulos míos.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El Señor da a conocer * Su victoria.
Benedictus
Ant. Presentemos nuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios: en toda ocasión y por todas partes llevemos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
O bien, especialmente con canto: ant. El Señor Dios de Israel ha visitado su pueblo en las tierras de Indias mandando a su siervo que fuera delante del Señor a preparar sus caminos.
Preces propias, del común de pastores.
Oración
Dios todopoderoso y lleno de misericordia, (me infundiste en el corazón del bienaventurado Luis e1 temor de tu nombre, enciende nuestro deseo con un ardor divino que nos dé el servirte fielmente con amor y con temor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Vísperas
Himno
Oh Cristo, de san Luis norma viviente,
tú nos diriges con suaves riendas,
mansamente nos frenas y proteges
con tu ley santa.
También san Luis fatigas soportando,
cargó el peso de su propio cuerpo,
mas, con tu ejemplo, a los cansados llevas
con gran suavidad.
Llevó también san Luis cual pastor bueno
sobre sus hombros a la oveja herida,
y la curé, llevándola al abrigo
de tu aprisco.
A esta hora de la tarde ya el sol rueda
y al fin del día al horizonte llega
superadas ya tres partes de su luz,
muere en el cielo.
Poder y honor a la Trinidad sean;
que quienes con amor te obedecieron
sean colocados sobre las estrellas
del alto cielo. Amén.
Salmodia
Antífona 1
Ser. A Soy ministro del Evangelio por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder.
Ser. B Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.
Antífona 2
Ser. A Desde los primeros días Dios me escogió para que las gentiles oyeran de mi boca el mensaje del Evangelio y creyeran.
Ser. B Este es el criado fiel y solicito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que Ies reparta la ración a sus horas.
Antífona 3
Ser. A Os llamé Dios por medio del Evangelio que predicamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Ser. B iQué bueno es el Dios de Israel para los limpios de corazón!
Lectura breve
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que as he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también las gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo, por d Evangelio del cual yo soy ministro por la gracia que se me dio con su fuerza y poder.
Responsorio breve
V. Contad a los pueblos * La gloria del Señor.
R. Contad a los pueblos * La gloria del Señor.
V. Sus maravillas a todas las naciones.
R. La gloria del Señor.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Contad a los pueblos * La gloria del Señor.
Magnificat
Ant. El Señor su Dios estaba con él y le engrandeció sobremanera y se afianzó en su reino.
O bien, especialmente con canto: ant. Miró el Señor la humillación de su siervo mediante el cual llenó de benes a los Indios hambrientos y desde ahora lo felicitarán todas las generaciones.
Preces propias, del común de pastores.
Oración
Dios todopoderoso y lleno de misericordia, que infundiste en el corazón del bienaventurado Luis el temor de tu nombre, enciende nuestro deseo con un ardor divino que nos dé el servirte fielmente con amor y con temor. Por nuestro Señor Jesucristo.