16 de agosto de 2020
Is 56, 1. 6-7 | Sal 66, 2-3. 5-6. 8| Rm 11, 13-15. 29-32
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según Mateo 15, 21-28
Después de tanto insistir, la fe de una mujer cananea tiene respuesta por parte de Jesús. Según la mentalidad religiosa judía, esta mujer, por ser pagana, era considerada impura. El hecho acontece en la zona de Tiro y Sidón, tierra extranjera, y por tanto, considerada pagana. En el relato, sorprende cómo esta mujer, que es madre, pide, desesperadamente, por la enfermedad grave de su hija y de qué forma responde el propio Jesús: “he sido enviado para las ovejas de Israel”. El comportamiento de Jesús es clave para entender el encuentro con la mujer.
“No está bien tomar el pan de los hijos para tirárselo a los cachorros”, Jesús deja entrever que la salvación solo era para los judíos. En la cultura judía, el perro era un animal impuro, que no tenía dueño, y las personas extranjeras eran comparadas con él. Ante la respuesta de Jesús, la mujer insiste y no se siente ofendida. Su valentía contrasta con establecer prioridades, es decir, primero hay que ofrecer la salvación a los judíos, pues llegará el momento para los paganos. Pero la mujer cree que establecer prioridades no significa crear exclusiones, pues en su cultura los cachorros forman parte de la familia y tienen derecho a ser alimentados. Por tanto, ¿Para quién Jesús es Buena Noticia? ¿Sólo para los judíos?
De alguna manera, Jesús invitó a la mujer a dar un salto cualitativo en su fe y a superar el prejuicio judío con la relación a los extranjeros o mujeres. Ciertamente que como creyentes somos presos, tal vez, de otros prejuicios que nos impiden dar ese salto cualitativo en nuestra fe. Solo una fe verdadera humaniza y permite superar los prejuicios nacionalistas, de cultura, lengua y tanto otros. Por tanto, nadie es insignificante a los ojos de Dios: “Jesús le dice: Mujer, ¡Qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!
Fray Pablo Javier Caronello OP
Convento Santo Domingo, Santiago de Chile